De forma definitiva, esta novela ha sido transferida a la siguiente web:
http://www.wattpad.com/user/_ownrolemodel
Esa es mi cuenta de Wattpad, donde podréis encontrar la continuación de esta novela, que ahora se llama "Historia de una Hoguera" y mis otras obras.
Os deseo lo mejor,
Os quiero,
Aitana. xx
lunes, 9 de septiembre de 2013
miércoles, 24 de julio de 2013
Capítulo 4.
LEED ESTO ANTES: Como he escrito en entradas anteriores, he cambiado la novela a Wattpad porque me parece mil veces mejor para subir y todo. En Wattpad se llama "Historia de una hoguera" y la he editado un poco, pero nada que vaya a afectar a la novela. Si vais a seguir leyendo y queréis que avise, dadle a FAV al tweet en el que os aviso para saberlo. Si tenéis cuenta de Wattpad seguidme y avisadme porque así ya os avisa el propio Wattpad. Para comentar ahí solo tenéis que entrar con twitter, así que por favor, comentad y VOTAD. Aquí está el link de la fic: http://www.wattpad.com/21367362-historia-de-una-hoguera-4-la-disculpa-m%C3%A1s-falsa-de#.Ue_0g_k9K5U
Y aquí está UNA PARTE del capítulo. Si queréis leerlo entero, id a Wattpad. A partir de ahora no subiré aquí, así que ya sabéis :)
Capítulo 4. La disculpa más falsa de la historia.
Y aquí está UNA PARTE del capítulo. Si queréis leerlo entero, id a Wattpad. A partir de ahora no subiré aquí, así que ya sabéis :)
Capítulo 4. La disculpa más falsa de la historia.
Abrí la puerta de la
cabaña -mala idea. Un cubo lleno de agua cayó sobre mi cabeza, sobresaltándome.
Me di la vuelta buscando
al bromista. Fuese quien fuese se la iba a cargar. Una parte de mi esperaba que
fuese Virginia para poder gastarle la mayor broma que jamás hubiese podido
imaginar. Por desgracia no se veía a nadie en los alrededores, así que decidí
que lo mejor sería entrar y darme una ducha caliente antes de coger un
resfriado.
Cuando iba a abrir la
puerta de nuevo escuché unas risas mudas a mis espaldas. Intentando no hacer
ruido, caminé hacia el lugar del que creía que venían: detrás de unos arbustos.
Oh, venganza, dulce venganza.
Lo primero que vi al
asomarme por encima del seto fue una cabeza rizosa. ¿Harry se había atrevido a
hacer eso? No, por supuesto que no. A su lado estaba Zayn, revolcándose en la
hierba mientras se sujetaba su barriga. Lo que yo no entendía era, después de
tantos años, cómo mi hermano no sabía lo que le esperaba después de esto.
Para empezar con mi
venganza, lo primero que se me ocurrió fue tirarme encima de ellos. No era gran
cosa, pero al menos yo no sería la única que estaría mojada -no penséis mal.
Con una sonrisa malévola
rodeé el arbusto y me dejé caer como un peso muerto sobre ellos.
Ellos dejaron de reír
inmediatamente, sobresaltados; parecía que acabasen de ver un alien.
"No tienes ni idea
de en lo que te has metido", dije mirando a Harry. Por unos segundos creí
ver un poco de miedo en sus ojos, pero debieron ser imaginaciones mías, porque
cuando me volví a fijar estaban como siempre. "En cambio, Zayn si lo
sabía", le miré de soslayo.
"¿Algo así como ojo
por ojo?", preguntó el rizoso.
"Peor",
respondí con una media sonrisa. "Zayn, cuéntale lo que pasó aquella vez
que me pusiste alarmas por toda la habitación para que sonasen cada media
hora", continué, girando mi cuello hacia él.
"Mejor no."
"¿Tan mala
es?", le preguntó Harry a Zayn. Definitavmente, ahora si tenía miedo. Y
para qué mentir, se le quedaba una cara de cachorrito asustado muy mona.
Después de que Zayn asintiese, Harry se transformó: pasó de ser un cachorrito
asustado a un perro de caza. "¿¡Y AÚN ASÍ SE TE OCURRE GASTARLE LA
BROMA!?" Mientras murmuraba improperios se deshizo bruscamente de mi
agarre, haciéndome caer totalmente sobre Zayn.
"Pero tío, no te lo
tomes a mal. Yo creo que ha valido la pena."
Harry se dio la vuelta
aún enfadado, aunque sus rasgos se suavizaron ligeramente, y tuvo que contener
una pequeña sonrisa antes de contestar. "Si, porque no estoy mojado
completamente y no voy a sufrir la venganza del pequeño demonio", su
sarcaso fue notable.
"Eh!",
protesté por su pequeño insulto. Definitivamente Harry no se llevaría el mismo
castigo que Zayn. Él no sabía a lo que se oponía.
domingo, 16 de junio de 2013
Cambios.
Estoy segura de que la mayoría conocéis Wattpad. Llevo un tiempo leyendo historias ahí y me he enamorado, por lo que he decidido pasar esta historia allí. No os preocupéis, aún no lo voy a hacer; posiblemente suba un par de capítulos más aquí y mientras tanto vaya subiendo allí los que ya tengo escritos. Creedme cuando os digo que en Wattpad os será mucho más fácil comentar, votar, etc. Espero tener más lectores allí, y comentarios. Dentro de poco subiré otro capítulo, lo juro, pero antes tengo que recuperar dos trimestres (FIESSSHTA)
PD: Posiblemente cambie el nombre de la fic, pero como no se me ha ocurrido nada bueno, de momento quedará así.
-Aitana xx.
PD: Posiblemente cambie el nombre de la fic, pero como no se me ha ocurrido nada bueno, de momento quedará así.
jueves, 6 de junio de 2013
Aviso
Vaya, con los pocos capítulos que llevo y ya tengo dos avisos. En fin, que escribo esto para disculparme por tardar... La verdad es que yo quería darle con un canto en los dientes a Selene y subir pronto, pero no he acabado aún el capítulo, y es que no encuentro tiempo para escribir entre exámenes finales y demás razones... Sé lo que pasará en el siguiente capítulo y ya tengo una parte escrita, así que no os sulfuréis demasiado, por favor. Os quiero xx. -Aitana
domingo, 5 de mayo de 2013
Capítulo 3. Primera noche
Me reuní con Jess en el cruce entre el camino que llevaba a los
bungalós de los chicos y el que llevaba a los de las chicas, donde se
encontraban la caseta del director, la caseta de reunión de los monitores, la cantina
y el camino que llevaba a la playa. En lo alto de las escaleras del bungaló del
director se encontraba este junto con los monitores, que estaban detrás de él.
Divisé a Harry y a Zayn y les saludé con la mano, mientras que ellos
simplemente esbozaron unas sonrisas. Entonces el director comenzó a hablar.
“Buenas tar…”, carraspeó un poco al notar el alboroto que aún reinaba
en el grupo de los campistas y esperó a que todos nos hubiésemos callado. “Bien,
ahora si podemos empezar”, asintió, conforme. “Buenos días a todos, campistas.
Antes de todo, espero que no me aprenda sus nombres este verano, o que si lo
hago que no sea porque algunos de ustedes se ha metido en problemas”, pasó su
vista por todos nosotros y luego volvió a hablar. “Antes de hablaros sobre la
actividad de hoy, que se realizará después de la cena, quería avisaros de que
ha habido un cambio de última hora con respecto a la distribución de los
monitores en el campamento: las monitoras dormirán en la zona de los chicos y
los monitores dormirán en la zona de las chicas. Posteriormente os
acompañaremos a todos a que conozcáis los puestos donde podréis encontrar a los
que serán vuestros supervisores durante este verano si tenéis algún problema.”
En ese momento escuché, unos pasos por delante de mí, murmurar a una
voz que se me hacía conocida: “Ya sé para lo que serán mis visitas a las
cabañas de los monitores”. Busqué con la mirada y me encontré al grupito que
chicas con las que habíamos tenido el problema nada más frenar el coche esa
tarde. Entonces supe quién había pronunciado la frase: su cabecilla, la rubia
tonta que me había manchado de barro. Delante de ella estaba la otra chica que
esa mañana se había “compadecido” de mí, y estaba claro que no soportaba a la
otra petarda ni al resto del grupo, lo
que me hacía preguntarme por qué estaría con ellas. Se dio la vuelta para
reírse de la ocurrencia de su “amiga”, pero cuando sus ojos verdes chocaron con
los míos, su cara cambió a una de resignación, dándome a entender lo que yo
había supuesto: que ellas no le caían bien, pero no le quedaba otra. Con un
encogimiento de hombros volvió su cabeza de nuevo para prestarle su total
atención al director.
“Parece que el grupito de las súper-mega-guais no está tan unido”, me
susurró Jess, que también había escuchado el comentario de la que posiblemente
fuese la más sueltita de todo el campamento, y observado la mirada de
resignación de la otra chica. Giré mi cabeza hacia ella y nuestras miradas se
encontraron. Después de unos segundos, las dos sentenciamos: “Tenemos que
sacarla de ahí”, y con una sonrisa devolvimos la atención al bungaló que
teníamos enfrente, donde el director había comenzado a hablar sobre nuestra
primera actividad.
¡POR FIN! No sabéis lo que me costó acabar este capítulo ni las veces que borré y escribí...
¡Siento mucho haber tardado! Intentaré subir más a menudo asdfghjklñ.
¿QUERÉIS SALIR EN EL FIC?:
DECIDME UN NOMBRE EN INGLÉS, VUESTRA DESCRIPCIÓN O UNA FOTO DE COMO OS GUSTARÍA SER (prefiero la segunda opción) Y CON QUIÉN OS GUSTARÍA ESTAR (SI NO ME LO DECÍS, LO ELEGIRÉ YO, Y SI HAY MUCHAS PETICIONES, LO HARÉ A SORTEO. SALIR SALDRÉIS TODAS LAS QUE QUERÁIS, SEGURO).
Leed también:
Nobody else: http://nbodyelse.blogspot.com.es/
En el límite del cielo: http://enelimitedelcielo.blogspot.com.es/
Always with you: http://alwayswithyouinyourdreams.blogspot.com.es/
Recuérdalo: http://justrememberitt.blogspot.com.es/
:) (me tienen amenazada de muerte para que las recomiende)
¡Os quiero! Gracias por leer :3
Etiquetas:
#Aventure,
#fanfic,
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#Liam Payne,
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#Niall Horan,
#one direction,
#Romance,
#Zayn Malik
martes, 26 de marzo de 2013
Capítulo 2. La playa
“¡Vamos a explorar!”, gritó Jess en mi oído rompiéndome los tímpanos.
Le di dos palmaditas en la mejilla y me tiré a la cama.
“¿Pero como puedes ser taaaaaan dormilona?”, dijo tratando de
levantarme, pero yo era más fuerte y la tiré encima de mí.
“Claro, como tú te pasaste todo el viaje durmiendo ahora estás
hiperactiva. De verdad creo que solo te soporto cuando estás dormida o
comiendo”, la chinché mientras reía y ella empezó a hacerme cosquillas, pasando
sus manos de mi cuello a mi barriga, de ahí a la parte trasera de mis rodillas
y, cuando pensé que ya se había cansado, se dio la vuelta sentada sobre mí con
las rodillas apoyadas en la cama y me cogió los pies: mi punto débil. Yo no
podía parar de reírme y hacer aspavientos con las manos mientras intentaba que
Jess no pudiese cogérmelos.
En ese momento la puerta se abrió y yo pensé que fuese quien fuese me
ayudaría. Desafortunadamente, era mi hermano, que ordenó a mi amiga que me
sujetase las rodillas mientras él seguía haciéndome cosquillas. Los dos reían
como locos y, siendo sincera, yo me estaba divirtiendo a pesar de mis intentos
por estar seria y enfadada cuando Zayn estuviese delante: ese fue el plan que
ideé cuando me enteré de que iba a pasar el maldito verano con él. Por suerte
para mi, ellos dejaron de hacerme cosquillas y yo salté de la cama y fui
corriendo a por unos calcetines a mi maleta antes de que cambiasen de opinión o
se aburriesen y decidiesen volver a por mí, pero mi suerte fue tan bondadosa
conmigo que hizo que toda mi ropa cayese al suelo. Y cuando digo toda, es toda.
“Mierda”, murmuré, mientras intentaba recoger mi ropa interior antes de
que Zayn la viera.
No es que él nunca me haya visto en ropa interior, pero fueron muy
pocas veces y todas muy embarazosas. Él, al contrario, se paseaba por casa en
ropa interior las 24 horas del día. Total, en casa solo estaba yo hasta que
llegaban papá y mamá a las 10 de la noche de trabajar, hora en la que Zayn se
iba a dar una ducha y salía con un pijama puesto.
“Si por algo te llamo Patito, enana… Tu coordinación lo tienes en esa
colita tan mona que tienes”. Se había dado cuenta y ahora estaba de pie detrás
de mí mirándome mientras contenía la risa. Mi sorpresa fue cuando se agachó y
me ayudó a recoger. Bueno, la causa no era precisamente noble, que se diga,
puesto que recogió nada más y nada menos que mi sujetador negro. Me di una
palmada en la frente y negué con la cabeza, al tiempo que Jess comenzaba a
reírse y se tiraba sobre la cama. La risa de mi amiga me impidió escuchar a
Zayn murmurar una palabra. En ese instante me giré mi cabeza y le miré
directamente.
“¿Qué?”, dije confundida.
Entonces se levantó y caminó hasta un cajón, donde fue dejando mi ropa
interior en uno de los cajoncitos del armario. Cuando terminó de colocarla, se
giró y caminó hasta la puerta. Entonces me miró con una sonrisa ladeada y me
respondió.
“Deberías colocar la ropa en el armario, no de vuelta en la maleta,
Patito.” Dicho eso, se fue, dejando a una Jess ahogada por las risas y a mí con
una confusión creciente.
“Obviamente eso no fue lo que me dijo, ¿o me equivoco?”, pregunté
cuando mi amiga se hubo calmado. Craso error, pues eso solo ocasionó que su
ataque de risa volviese, no sin antes negar con la cabeza.
Rodé mis ojos, muestra de la exasperación que sentía, al tiempo que me
ponía en pie y salía por la puerta como minutos antes había hecho mi hermano.
En esos momentos la que necesitaba salir a explorar era yo, o mejor dicho,
salir a encontrar gente nueva, gente que no te ponga apodos vergonzosos o que
se ría de tu confusión.
Caminé hacia la playa, paseando entre los árboles que rodeaban el
caminito de madera. Poco después, sentí a Jess abrazarme y reír feliz.
“Al final conseguí que vinieses a explorar.”
“¿Ese era tu plan desde el principio, verdad?”, respondí, con el ánimo
un poco recargado y una mirada acusadora en mis ojos. Sin embargo, los suyos
reflejaban diversión y astucia. Sólo obtuve por contestación una amplia
sonrisa, dejando ver todos sus pequeños dientes de conejillo.
Los árboles desaparecieron en un punto del camino, siendo sustituidos
por la arena, señal de que habíamos llegado finalmente a la playa. Vimos a
nuestra izquierda un chiringuito resguardado de las miradas cotillas por una
montaña de arena. El chiringuito estaba decorado con la bandera reggae y desde
donde nos encontrábamos se escuchaba a Bob Marley predicar a sus fieles
seguidores sus letras. Nos acercamos y miramos la pizarra con los cócteles
tropicales que se ofrecían, en los que el rojo, el amarillo y el verde se
alternaban. Al mirar al interior de la caseta, me encontré con los ojos azules
de un moreno espectacular. Una camisa blanca de tirantes resaltaba sus bíceps y
definía bien sus pectorales. A la altura de su cadera sostenía, con una mano,
un vaso, y con la otra, una toalla. A pesar del delantal negro que llevaba
puesto, como camarero que era, podía verse el bañador blanco de flores
hawaiianas, que resaltaban aún más su piel morena. Cuando levanté la vista de
nuevo, le vi negando con la cabeza gacha y riéndose. Por supuesto, yo no era la
única que le había dado un repaso considerable, pues mi amiga se lo estaba
comiendo viva con los ojos.
IMPORTANTE
Esta es la otra novela. Aquí tenéis el prólogo: http://smurftears.blogspot.com.es/ SÓLO AVISARÉ A LAS PERSONAS QUE COMENTEN LOS CAPÍTULOS (preferiblemente por aqui, pero si en alguna ocasión no os es posible hacerlo en blogger, podéis comentar en Twitter, Whatsapp...)
“Como se nota que llegó el verano”, murmuró risueño. Tenía un curioso
acento y su voz era endiabladamente sexy.
“¿A qué te refieres?”, pregunté yo, ladeando la cabeza y fijando mi
mirada en sus profundos ojos.
“Pues… vaya, pensé que no me habríais escuchado”, susurró, mientras que
sus mejillas se tornaban rojas a causa de la vergüenza. Jess y yo le miramos
expectantes y finalmente él respondió con un suspiro. “En verano parece que las
chicas estáis más sueltas”. Titubeó al decir la última palabra, alternando su
mirada entre mi amiga y yo, para después sonrojarse por segunda vez en menos de
dos minutos.
“¿Perdón?”, escuché decir a mi amiga, que tenía un tono de nerviosismo
e incredibilidad. Antes de que la cosa fuese a mayores, le pedí dos daiquiris.
Él titubeó y mi amiga me dio un manotazo en el brazo. Entonces yo al miré. “¿No
querías un daiquiri?”, inquirí, a la vez que una sonrisa se formaba en mi cara.
“¿Vas a dejar así eso?”, me espetó Jess con una mirada furibunda, a lo
que me encogí de hombros y giré en mi asiento para dirigirme de nuevo al
camarero.
“Dos daiquiris, por favor”, le repetí, pero, para mi sorpresa, él nos
cuestionó nuestra edad.
“Oh, vamos, ¿en serio?”, replicó la morena, levantando las manos hasta
su cabeza y dejándolas caer de nuevo, haciendo chocar las manos con la madera
de la barra en un gesto de disconformidad.
Nuevamente decidí intervenir: “Tenemos 17. ¿Nos das los daiquiris ya?”
Él se dio la vuelta y comenzó a juntar los ingredientes del daiquiri en
una barra contigua a la de los clientes.
“No sé vuestros nombres”, comentó a la vez que metía el hielo en la
coctelera, la cerraba y comenzaba a batir.
“Ni tienes por qué saberlos”, contestó, de nuevo, Jess. En ese momento
no pude contener la risa acumulada desde que habíamos llegado al chiringuito.
Poco después, el camarero se unió a mí, pero al ver la mirada asesina de mi
amiga, se puso serio repentinamente y bajó su mirada a la coctelera que
enseguida dejó de batir para coger dos vasos y verter el líquido en ellos. Nos
los sirvió y comenzamos a beber en un incómodo silencio, roto en una ocasión
por el quejido de protesta de mi querida, borde y crea-momentos-incómodos amiga
al recibir una patada de mi parte en la espinilla, acompañado de una mirada
asesina. “Tú tampoco nos has dicho tu nombre…”, puntualizó de improvisto,
dirigiendo su mirada hacia el moreno, que también la miró extrañado. De pronto
su mirada se tornó pícara, al igual que la sonrisilla torcida que se pintó en
su rostro.
“Os lo diré cuando vosotras me hayáis dicho el vuestro”. Sus cejas se
levantaron y fijó mi mirada en la suya. Yo le sonreí y estaba a punto de
decirle mi nombre cuando Jess me interrumpió.
“¿¡ESO QUE SUENA ES ‘YOU SUCK AT LOVE’¡?”, gritó, cogiéndome del brazo
y arrastrándome lejos del chiringuito. Corrimos hacia un escenario improvisado
que había al otro extremo de la playa y nos pusimos a bailar como locas. Cuando
terminó la canción ambas nos miramos y empezamos a reír. Entonces vimos a dos
chicos que nos observaban con una sonrisa en sus bocas. Uno era rubio y tenía
los ojos azules, mientras que el otro era moreno y tenía los ojos marrones.
Comenzaron a acercarse a nosotras, pero en ese momento unas manos nos cogieron
fuertemente del brazo y nos hicieron girar de manera brusca.
“¿Qué pasa con vosotras?”, espetó una voz masculina cuando nos quedamos
de frente a ellos. Jess y yo nos miramos extrañadas y luego miramos a Zayn y a
Harry. Este último suavizó la mirada al comprender que no entendíamos qué
pasaba, pero Zayn aumentó su agarre, dejando mi brazo sin riego sanguíneo.
“Zayn, me haces daño”, hice una mueca de dolor y lo miré. Él enseguida
cambió su expresión al encontrarse con mis ojos y soltó su mano de mi brazo. Me
había quedado una marca roja en el lugar donde él me había estado agarrando.
“Perdóname, Broo”, se disculpó con voz de cachorrito y sus ojos
reflejaban la culpa.
“Bueno, ¿a qué ha venido eso?”, inquirió mi amiga de pronto, haciendo
que todos nos volviésemos hacia ella. Yo me separé un paso de Zayn y me acerqué
más a ella.
“Chicas, es la segunda infracción cometida hoy”, explicó Harry.
“¿Segunda?”, no entendía nada.
“Tú”, comenzó Harry, señalando a Jess, “casi pegas a otra campista el
primer día. Y tú”, continuó, esta vez señalándome a mí, “te metiste en el
vestuario de hombres”. Aquello me hizo sonrojar a más no poder, pues había
visto a los dos chicos que tenía delante semidesnudos; en realidad, a uno lo
había visto completamente desnudo, y eso me hizo sonrojarme más.
“Y ahora estáis las dos en propiedad del otro campamento. Bueno, en
realidad la playa es de los dos campamentos, tenemos actividades juntos y
podéis estar aquí siempre que queráis, pero no antes de haberos reunido con el
director del campamento y tampoco en una actividad en la que no participáis,
¿queda claro?”, pero antes de que pudiésemos contestar, vio a alguien detrás
nuestro y nos apartó para ir hacia él, al igual que Harry. Con la boca abierta
de lo raro que había sido eso, Jess y yo nos dimos la vuelta, encontrándonos
con nuestros monitores charlando animadamente con los chicos que antes se
estaban acercando a nosotras. Justo entonces Zayn se giró hacia nosotras.
“¡Venid, chicas, os quiero presentar a alguien!”
Su cara había cambiado por completo: ahora estaba relajado y muy
animado.
“¿Tú quieres presentárnoslos o ellos quieren que nos presentéis?”. Le
di un codazo a la charlatana de mi amiga para que se callase, mientras veía
como el rubio se sonrojaba de una manera casi inhumana. “Bingo”, susurró, y se
acercó con una sonrisa de oreja a oreja en su cara.
Negando con la cabeza yo también me acerqué, situándome entre Harry y
Jess, y no pude contener la risa al ver la reacción del rubito cuando esta
última se acercó y dejó dos besos sobre sus mejillas, separándose lentamente en
cada ocasión, y provocando que él volviese a sonrojarse. Entonces ella se
separó rápidamente de él con una amplia sonrisa en los labios y saludó de la misma
manera al otro chico. Cuando Jess volvió a su sitio, los dos chicos y yo nos
miramos, esbozando una sonrisa cortés.
“Zayn, ¿me los presentas?”, dije volviendo mi cabeza hacia él.
Después de unos minutos de conversación con Niall y Liam (así se
llamaban los chicos), en los que nos enteramos de que ellos eran monitores del
otro campamento, que estaba situado en el extremo de la playa opuesto al
nuestro y con el que compartiríamos la mayoría de las actividades, regresamos
hacia el campamento.
Ya habíamos pasado el chiringuito, que ahora estaba vacío, cuando la
voz de su sexy camarero gritó los nombres de nuestros acompañantes. Estos se dieron
la vuelta y recorrieron el camino de vuelta hacia él.
“¡Louis! Perdón por pasar de largo antes, pero estas dos niñas nos
estaban dando problemas el primer día de campamento”, explicó Harry, risueño,
pero Jess, una vez más, hizo muestra de su carácter y le pegó un puñetazo –no muy
fuerte- en el brazo, a lo que Louis rió.
“Vaya, veo que no soy el único al que tratas mal”, dijo mirándola. Zayn
y yo nos reímos, pues sabíamos de sobra que a Jess le encantaba maltratar a los
hombres (por así decirlo) y hacerles sufrir cuando ella creía que se habían
pasado de la raya. No es que los torturase, pero tenía sus métodos.
“Ten mucho cuidado con esas manitas, pequeña, que soy tu monitor y te
puedo castigar.” Harry tenía una ceja elevada y una sonrisa pícara en el
rostro.
“No sé tú, pero no soy sadomasoquista, pervertido”, contestó ella
matándole con la mirada y provocando que él soltase una carcajada.
“Creo que deberíamos irnos antes de que alguien muera”, comentó Zayn a
mi lado mirando divertido la escena, al igual que Louis.
“Pero venid a visitarme. Todos vosotros. Y si, eso te incluye a ti”,
señaló a Jess, quien se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia el campamento. “¿Se
ha enfadado por eso?”
“Es muy probable”, contesté. “Vámonos antes de que pille a la guarra
rubia y lo pague con ella. Hasta otra, Louis”, me despedí con una sonrisa, que
él me correspondió y cuando todos se hubieron despedido prometiendo volver, nos
fuimos detrás de Jess.
Yo iba caminando en medio de los dos chicos, cuando se me ocurrió la
posibilidad de que Louis les preguntase a ellos nuestros nombres, así que
decidí pedirles que no se los dijesen y así hacer de rabiar a su amigo. Para mi
sorpresa, ellos aceptaron.
Casi habíamos llegado al campamento cuando me di cuenta de que entre
unas cosas y otras no le había pagado las bebidas, así que volví corriendo. Él
se negó a que pagase, con la condición de que le dijese mi nombre. Yo
solo miré la pizarra con los precios, saqué un billete de cinco y una moneda de
dos euros, se la dejé en la barra y volví corriendo al campamento.
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jueves, 14 de marzo de 2013
martes, 29 de enero de 2013
Capítulo 1: Empezando con buen pie.
¡HOLA! :) Antes de subir el capítulo quería comentaros algo:
1. GRACIAS A TODAS MIS LECTORAS <3
2. Con respecto a los comentarios: ¡por favor comentad! Si os es más fácil, lo hacéis en modo anónimo y me ponéis ahí vuestro twitter para saber quiénes sois :D
3. Perdón por tardar tanto en subir pero la verdad es que estaba escasa de imaginación y además luego cambié de rumbo la historia y la volví a cambiar y me lié y no sabía qué hacer, pero este es bastante largo así que... os dejo que lo leáis.
4. Esta es la canción de la que hablo al principio :)
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“Por cierto, Zayn, déjame una camiseta limpia”
1. GRACIAS A TODAS MIS LECTORAS <3
2. Con respecto a los comentarios: ¡por favor comentad! Si os es más fácil, lo hacéis en modo anónimo y me ponéis ahí vuestro twitter para saber quiénes sois :D
3. Perdón por tardar tanto en subir pero la verdad es que estaba escasa de imaginación y además luego cambié de rumbo la historia y la volví a cambiar y me lié y no sabía qué hacer, pero este es bastante largo así que... os dejo que lo leáis.
4. Esta es la canción de la que hablo al principio :)
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En el coche había demasiado bochorno, y bajar la
ventanilla no era una opción, pues el calor de fuera era seco, aunque para mi
padre era suficiente. Su ventanilla estaba bajada del todo, con su codo izquierdo
apoyado en el borde mientras que con la mano derecha agarraba el volante. A su
lado iba el padre de Jess, cantando con todo lo que daba su voz “Sweet Home
Alabama” de Kid Rock, que sonaba en la radio en ese momento. Mi padre y yo nos unimos a él cuando el
estribillo sonó. A mi lado un ruidito ronco nos llamó la atención. Nos reímos
cuando nos dimos cuenta de que Jess estaba protestando porque no la dejábamos
dormir.
“Tu madre me ha dicho que te diga varias cosas
antes de dejaros en el coche…”, comentó mi padre alzando su mirada hacia el
retrovisor, donde nuestras miradas se encontraron.
“Por supuesto que sí”. Mi sarcástica respuesta hizo
reír a los dos adultos que iban delante de mí. “¿Y bien? ¿No me las vas a
decir?”
Mi padre hizo una mueca para después confesar que no
se acordaba de todo lo que su preocupada mujer le había hecho recordar para
asegurarse de que su hija no se metiese en problemas.
Al poco rato John y mi padre se enzarzaron en una
acalorada discusión sobre cuál de los dos partidos políticos más importantes
del país lo hacían peor. La verdad, era una discusión sin sentido, pues ambos pertenecían
al mismo bando, así que decidí mirar por la venta. El Solo estaba alto en el cielo.
Me quité la sudadera y miré a Jess, que seguía dormida.
Dios, qué
pesada. Siempre está durmiendo. Esperemos que cuando lleguemos ya haya
despertado. Conociéndola…, pensé.
Empecé a divagar por mi mente. Tenía muchísimas ganas
de llegar y ver quién había por allí, de pasar tres meses lejos de todo y de
todos, de estar en la playa con Jess y conocer a nueva gente. Presentía que
este iba a ser el mejor verano de nuestras vidas.
Poco a poco me fui quedando dormida, con la cabeza
apoyada en mi hombro en una posición muy incómoda.
El Sol me
daba de frente, cegándome por momentos. El balón vino en mi dirección y mis puños
se juntaron para lanzar la pelota al alto y que la persona que estaba a mi lado
rematase. Juego ganado. Me giré para celebrarlo mientras unos brazos me
alzaban. Yo me agarré a su cuello y posé las manos sobre su espalda. Tenía unos
músculos muy definidos. Al separar mi cara de su cuello unos mechones de pelo
rizado me rozaron la cara. Esos ojos verdes…
***
Una mano me zarandeó suavemente. “Hemos llegado”, me
susurró la voz de mi padre.
“Mmmm…”
“Mmmm…”
Sentí su cuerpo inclinarse por encima
del mío para desabrocharme el cinturón de seguridad.
“Broo, esto es precioso… mira”.
Mis ojos tardaron poco en acostumbrarse a la luz,
que era escasa. Un prado con árboles inundó mi visión. El Sol estaba casi
detrás de la montaña al fondo. Miré a Jess, que giraba sobre sí misma,
observando los detalles del precioso paisaje que había al otro lado de su
ventana: una playa inmensa, de arena fina y clara. El mar en calma, sus olas
arrastrando las conchas. Música celestial. El sitio perfecto para dormir.
“Buenos días, dormilona”, la saludé con una
sonrisa. Ella murmuró un “wow” y yo sentí que acababa de quitarme la palabra
para definir aquello.
Cuando bajé del coche, estirando mis entumecidas
piernas, escuché una risa a mi espalda. Era como la risa de una sirena,
incitándote a unirte a ella en sus travesuras para nunca jamás dejarte ir. Un escalofrío
recorrió mi espina dorsal. Me di la vuelta y, apenas lo hice, un pegote de
barro chocó contra mi cara, mi pelo y mi camiseta blanca. Me limpié como pude
el barro de la cara y observé atónita como un grupo de chicas en bicicleta se
paraba unos metros por delante de mí. Todas giraron su cabeza, dejando volar
sus largos cabellos, hacia mí. La misma risa de antes volvió a sonar, y esta
vez le puse cara. Rubia, ojos azules, cuerpo de escándalo, la líder del grupo.
A continuación, las risas de las otras chicas resonaron en el ambiente, aunque
la mayoría de ellas me miraban con verdadera pena, como si sintiesen que su líder
me hubiese hecho eso.
“Me gusta tu camiseta…”, dijo la rubia, mostrando
una sonrisa afilada, más propia de una arpía que de un humano.
Por desgracia, Jess lo había visto todo y no iba a
quedarse callada.
“Y A MI ME VA A GUSTAR TU CARA CUANDO TE PEGUE TAL….”
“Jess, no”, la interrumpí, “hay que saber cuándo
vale la pena arriesgarse y cuando no. Y está claro que ahora no.”
Además, no quería que Jess se metiese en problemas:
1 – era el primer día; 2 – como ya le había dicho, esa pobre chica no valía la
pena.
Vi como el grupo de chicas se iban, probablemente
por el hecho de que mi padre acababa de salir del coche y las miraba con una
ceja levantada.
“¿Primer día y ya hay un grupito de Mean Girls?
Creo que vuestro verano va a ser interesante”
Bufé en respuesta y empecé a caminar en busca de
unos lavabos. El camino de tierra se dividía después de unas casetas que serían
(supuse), las zonas comunes. Opté por la izquierda y, al cabo de unos minutos,
encontré un letrero que anunciaba “BAÑOS”, y un muñequito de un hombre a su
derecha. Sin importarme ese dato, entré a la sala. En las paredes había bancos
y, por encima, perchas. Otro gran banco se situaba en el medio de la habitación.
Al fondo divisé Una hilera de lavabos con un espejo encima. Todo relucía, claro
signo de que por allí no había pasado nadie. Me quité la camiseta y empecé a
lavarme la cara y el pelo, aunque lo único que hice fue embadurnarlo un poco
más. Encontré un rollo de papel higiénico en un baño. Más al fondo se escuchaba
el ruido de una ducha, pero le resté importancia, dando por hecho que estaría
estropeada.
Cuando ya casi me había quitado todo el barro de la
cara (aunque no del pelo), la ducha se paró. Miré hacia mi izquierda, de donde
salió un chico completamente desnudo. Me sobresalté y, aunque poco después lo
reconocí, no podía quitar el gesto de asombro de mi cara. Un chico alto, moreno
y musculoso se alzaba en frente a mí. Su pelo negro y mojado le caía sobre la
frente. Yo aparté la mirada rápidamente y al ver que él no se tapaba, mis
manos, que estaban apoyadas en el lavabo, se cerraron formando dos puños.
“Tápate”, gruñí.
Escuché como contenía la risa mientras cogía una
toalla de un perchero que tenía a su izquierda. Se la enroscó en la cadera,
dejando visible las líneas en forma de v y su torso. Mis amigas siempre
fantaseaban con su cuerpo, sobre si algún día él se fijaría en ellas y sobre
cómo podía estar yo tan ciega y negar lo “evidente”. No lo negaba, mi hermano
trabajaba a fondo su cuerpo en el gimnasio todos los días, hacía natación y
corría, y tenía muy buen cuerpo, pero era mi hermano.
“Me has visto salir de la ducha miles de veces en
casa.”
“¿Qué haces aquí, Zayn?”, dije mientras giraba mi
cuerpo para encararle, posando mi mano izquierda en mi cadera.
“Esa pregunta debería hacértela yo a ti. Esto es el
baño de chicos”, dijo mientras señalaba a su alrededor, “Yo soy un chico”, se
señaló a si mismo, “y tu una chica. Pensé que os enseñaban eso en Biología”.
Noté como la sangre subía a mis mejillas, mientras
me recriminaba a mi misma no haber especificado que me refería al campamento en
general, no al baño en particular.
“¿Qué haces semidesnuda en el baño de tíos?”, dijo
mientras su mirada se posaba en mi torso. Por suerte el sujetador no se había manchado.
Por muy hermano mío que fuese, si me hubiese encontrado sin él me hubiese
muerto de vergüenza. Por un momento pensé en aquella frase que me había dicho
una de mis amigas. “Si yo fuese tu, me daría igual que fuese mi hermano.” Creo
que no sabría qué hacer si no llega a ser mi hermano.
Al ver que no contestaba, Zayn me repitió la
pregunta.
“Pues… una chica me salpicó de barro”. Le señalé banco
donde estaba tirada mi camiseta sucia y él no pudo reprimir la risa. Cuando
recuperó la calma, me dijo:
“¿Haciendo amigas?”
“Dios, ¡no! Antes que hacerme amiga de esa chica me
tiraría desde la estratosfera sin traje espacial. Además, que te cuente Jess:
casi la pega”. Al recordar la escena, una risita tímida se escapó de mis
labios, precedida por una expresión de horror al imaginarme siendo amiga de la
rubia estúpida.
Zayn cogió una mochila de una pequeña taquilla y la
dejó sobre el banco, mientras comenzaba a sacar sus cosas.
“Por cierto, Zayn, déjame una camiseta limpia”
“¿Qué? No. Estás muy guapa así”. Una sonrisa
perversa asomó a sus labios mientras me miraba de reojo para contemplar mi
reacción que, obviamente, fue de estupefacción. Estaba claro que no le bastaba
con estar en este preciso instante en mi campamento (y sospecho que también los
próximos tres meses), que además no pensaba ayudar en esto.
En ese momento una puerta situada al fondo de la
sala, por detrás de mi hermano, se abrió y de ella apareció un chico con la
cabeza agachada mientras se quitaba los calzoncillos para ir a ducharse.
“¿Con quién hablas, tío?”
Esa voz. No. No. Levantó la cabeza y sus ojos
verdes se encontraron con los míos. Si. Su expresión pasó de risueña a alterada
por estar desnudo delante de mí, aunque Zayn me tapase sus partes más íntimas,
y se puso rápidamente su ropa interior de nuevo. Sus ojos deshicieron el
contacto con los míos para mirar a mi hermano y luego volvieron a mí. Sentí
como me recorría el cuerpo con la mirada, parándose finalmente en la parte de
arriba de mi cuerpo.
“¿Qué…?”, comenzó a decir, pero no le dio tiempo,
pues mi hermano sacó de su mochila algo y me lo tiró, gritándomelo que me lo
pusiese. Cuando lo tuve en mis manos me di cuenta de que era una camiseta. La desdoblé
y pasé el cuello de la camiseta por la cabeza, mientras me daba cuenta de que
tenía el color de las camisetas de los monitores. Cuando lo miré de nuevo, se
dio cuenta de que mi miraba estaba en llamas y no precisamente de placer.
“Corre”, le susurré. Y echó a correr sin ni
siquiera intentar ponerse unos calzoncillos. Antes de seguirlo miré a Harry y
le dediqué una sonrisa, que él me correspondió.
Le perseguí por casi todo el campus, mientras que
él intentaba que la toalla no se le cayese, lo cual me dio ventaja, pues no corría
en condiciones favorables. Al final aminoró el paso, dándome la oportunidad de
alcanzarle, pero no lo hice, sino que me quedé detrás de él, observándolo mientras
hacía el ridículo por todo el campus. Cuando ya no podía aguantar más la risa,
él decidió entrar en una cabaña y yo le seguí. Me tiré en el suelo de la cabaña
y doblé mis rodillas juntándolas con el pecho mientras que me reía a carcajada
limpia. Al calmarme, rodé por el suelo para ver a mi hermano sentado en la cama
mirándome con una sonrisa divertida en la boca y a mi padre, Jess y su padre
contemplándonos. Vi preocupación en los ojos de los dos adultos, posiblemente
debido a que estaban pensando que yo tenía algún tipo de trastorno mental, y desconcierto
en los de mi amiga que tenía la cabeza ladeada y el ceño fruncido. Después de
unos minutos, mi padre se acercó a mí suspirando y me dio un beso en la frente.
Acto seguido se acercó a Zayn y le cogió una mano con su mano derecha y con la
otra le daba una palmada en la espalda, parándose unos instantes para decirle
algo al oído. También vi como John le daba un beso a su hija de despedida y le
advertía para que tuviésemos cuidado.
Con la mano en el pomo de la puerta, mi padre nos
deseó un buen verano y se fue.
Unos minutos después, Zayn también se levantó de la
que sería mi cama, no sin antes avisar a Jess de que no se permitían las peleas
en el campus, dejando así al descubierto que yo se lo había contado. Mi amiga
iba a replicar, pero este fue sin darle la oportunidad. La aún confundida Jess
se giró sobre los talones y me miró.
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