lunes, 9 de septiembre de 2013

Transferencia.

De forma definitiva, esta novela ha sido transferida a la siguiente web:

http://www.wattpad.com/user/_ownrolemodel

Esa es mi cuenta de Wattpad, donde podréis encontrar la continuación de esta novela, que ahora se llama "Historia de una Hoguera" y mis otras obras.

Os deseo lo mejor,

Os quiero,

Aitana. xx

miércoles, 24 de julio de 2013

Capítulo 4.

LEED ESTO ANTES: Como he escrito en entradas anteriores, he cambiado la novela a Wattpad porque me parece mil veces mejor para subir y todo. En Wattpad se llama "Historia de una hoguera" y la he editado un poco, pero nada que vaya a afectar a la novela. Si vais a seguir leyendo y queréis que avise, dadle a FAV al tweet en el que os aviso para saberlo. Si tenéis cuenta de Wattpad seguidme y avisadme porque así ya os avisa el propio Wattpad. Para comentar ahí solo tenéis que entrar con twitter, así que por favor, comentad y VOTAD. Aquí está el link de la fic: http://www.wattpad.com/21367362-historia-de-una-hoguera-4-la-disculpa-m%C3%A1s-falsa-de#.Ue_0g_k9K5U

Y aquí está UNA PARTE del capítulo. Si queréis leerlo entero, id a Wattpad. A partir de ahora no subiré aquí, así que ya sabéis :)

Capítulo 4. La disculpa más falsa de la historia.
Abrí la puerta de la cabaña -mala idea. Un cubo lleno de agua cayó sobre mi cabeza, sobresaltándome.

Me di la vuelta buscando al bromista. Fuese quien fuese se la iba a cargar. Una parte de mi esperaba que fuese Virginia para poder gastarle la mayor broma que jamás hubiese podido imaginar. Por desgracia no se veía a nadie en los alrededores, así que decidí que lo mejor sería entrar y darme una ducha caliente antes de coger un resfriado.

Cuando iba a abrir la puerta de nuevo escuché unas risas mudas a mis espaldas. Intentando no hacer ruido, caminé hacia el lugar del que creía que venían: detrás de unos arbustos. Oh, venganza, dulce venganza.

Lo primero que vi al asomarme por encima del seto fue una cabeza rizosa. ¿Harry se había atrevido a hacer eso? No, por supuesto que no. A su lado estaba Zayn, revolcándose en la hierba mientras se sujetaba su barriga. Lo que yo no entendía era, después de tantos años, cómo mi hermano no sabía lo que le esperaba después de esto.

Para empezar con mi venganza, lo primero que se me ocurrió fue tirarme encima de ellos. No era gran cosa, pero al menos yo no sería la única que estaría mojada -no penséis mal.

Con una sonrisa malévola rodeé el arbusto y me dejé caer como un peso muerto sobre ellos.

Ellos dejaron de reír inmediatamente, sobresaltados; parecía que acabasen de ver un alien.

"No tienes ni idea de en lo que te has metido", dije mirando a Harry. Por unos segundos creí ver un poco de miedo en sus ojos, pero debieron ser imaginaciones mías, porque cuando me volví a fijar estaban como siempre. "En cambio, Zayn si lo sabía", le miré de soslayo.

"¿Algo así como ojo por ojo?", preguntó el rizoso.

"Peor", respondí con una media sonrisa. "Zayn, cuéntale lo que pasó aquella vez que me pusiste alarmas por toda la habitación para que sonasen cada media hora", continué, girando mi cuello hacia él.

"Mejor no."

"¿Tan mala es?", le preguntó Harry a Zayn. Definitavmente, ahora si tenía miedo. Y para qué mentir, se le quedaba una cara de cachorrito asustado muy mona. Después de que Zayn asintiese, Harry se transformó: pasó de ser un cachorrito asustado a un perro de caza. "¿¡Y AÚN ASÍ SE TE OCURRE GASTARLE LA BROMA!?" Mientras murmuraba improperios se deshizo bruscamente de mi agarre, haciéndome caer totalmente sobre Zayn.

"Pero tío, no te lo tomes a mal. Yo creo que ha valido la pena."

Harry se dio la vuelta aún enfadado, aunque sus rasgos se suavizaron ligeramente, y tuvo que contener una pequeña sonrisa antes de contestar. "Si, porque no estoy mojado completamente y no voy a sufrir la venganza del pequeño demonio", su sarcaso fue notable.

"Eh!", protesté por su pequeño insulto. Definitivamente Harry no se llevaría el mismo castigo que Zayn. Él no sabía a lo que se oponía.

domingo, 16 de junio de 2013

Cambios.

Estoy segura de que la mayoría conocéis Wattpad. Llevo un tiempo leyendo historias ahí y me he enamorado, por lo que he decidido pasar esta historia allí. No os preocupéis, aún no lo voy a hacer; posiblemente suba un par de capítulos más aquí y mientras tanto vaya subiendo allí los que ya tengo escritos. Creedme cuando os digo que en Wattpad os será mucho más fácil comentar, votar, etc. Espero tener más lectores allí, y comentarios. Dentro de poco subiré otro capítulo, lo juro, pero antes tengo que recuperar dos trimestres (FIESSSHTA)

-Aitana xx.



PD: Posiblemente cambie el nombre de la fic, pero como no se me ha ocurrido nada bueno, de momento quedará así.

jueves, 6 de junio de 2013

Aviso

Vaya, con los pocos capítulos que llevo y ya tengo dos avisos. En fin, que escribo esto para disculparme por tardar... La verdad es que yo quería darle con un canto en los dientes a Selene y subir pronto, pero no he acabado aún el capítulo, y es que no encuentro tiempo para escribir entre exámenes finales y demás razones... Sé lo que pasará en el siguiente capítulo y ya tengo una parte escrita, así que no os sulfuréis demasiado, por favor. Os quiero xx. -Aitana

domingo, 5 de mayo de 2013

Capítulo 3. Primera noche

 

Me reuní con Jess en el cruce entre el camino que llevaba a los bungalós de los chicos y el que llevaba a los de las chicas, donde se encontraban la caseta del director, la caseta de reunión de los monitores, la cantina y el camino que llevaba a la playa. En lo alto de las escaleras del bungaló del director se encontraba este junto con los monitores, que estaban detrás de él. Divisé a Harry y a Zayn y les saludé con la mano, mientras que ellos simplemente esbozaron unas sonrisas. Entonces el director comenzó a hablar.
 
“Buenas tar…”, carraspeó un poco al notar el alboroto que aún reinaba en el grupo de los campistas y esperó a que todos nos hubiésemos callado. “Bien, ahora si podemos empezar”, asintió, conforme. “Buenos días a todos, campistas. Antes de todo, espero que no me aprenda sus nombres este verano, o que si lo hago que no sea porque algunos de ustedes se ha metido en problemas”, pasó su vista por todos nosotros y luego volvió a hablar. “Antes de hablaros sobre la actividad de hoy, que se realizará después de la cena, quería avisaros de que ha habido un cambio de última hora con respecto a la distribución de los monitores en el campamento: las monitoras dormirán en la zona de los chicos y los monitores dormirán en la zona de las chicas. Posteriormente os acompañaremos a todos a que conozcáis los puestos donde podréis encontrar a los que serán vuestros supervisores durante este verano si tenéis algún problema.”
 
En ese momento escuché, unos pasos por delante de mí, murmurar a una voz que se me hacía conocida: “Ya sé para lo que serán mis visitas a las cabañas de los monitores”. Busqué con la mirada y me encontré al grupito que chicas con las que habíamos tenido el problema nada más frenar el coche esa tarde. Entonces supe quién había pronunciado la frase: su cabecilla, la rubia tonta que me había manchado de barro. Delante de ella estaba la otra chica que esa mañana se había “compadecido” de mí, y estaba claro que no soportaba a la otra petarda ni al resto del grupo,  lo que me hacía preguntarme por qué estaría con ellas. Se dio la vuelta para reírse de la ocurrencia de su “amiga”, pero cuando sus ojos verdes chocaron con los míos, su cara cambió a una de resignación, dándome a entender lo que yo había supuesto: que ellas no le caían bien, pero no le quedaba otra. Con un encogimiento de hombros volvió su cabeza de nuevo para prestarle su total atención al director.
 
“Parece que el grupito de las súper-mega-guais no está tan unido”, me susurró Jess, que también había escuchado el comentario de la que posiblemente fuese la más sueltita de todo el campamento, y observado la mirada de resignación de la otra chica. Giré mi cabeza hacia ella y nuestras miradas se encontraron. Después de unos segundos, las dos sentenciamos: “Tenemos que sacarla de ahí”, y con una sonrisa devolvimos la atención al bungaló que teníamos enfrente, donde el director había comenzado a hablar sobre nuestra primera actividad.
 
"Por si no lo sabíais, al otro extremo de la playa hay otro campamento y, aunque no todas, muchas de nuestras actividades están programadas para realizarlas simultáneamente." Hizo una pausa antes de añadir: “Para el que ande corto de luces, simultáneamente significa a la vez, es decir, las haremos juntos”
 
"¡Más tías!", exclamó alguien entonces, causando las risas de todos, incluso del director.
 
"Claro que sí," concordó él con una sonrisa, "pero no os olvidéis de que además de la diversión debéis ser responsables." Entonces yo no pude contenerme y solté una carcajada. Tapé mi boca con las manos, pero fue demasiado tarde; todos me miraban. Jess se reía agarrándose la barriga.
 
"Bueno, veo que ya tenemos la primera pareja de alborotadores en el campamento"
 
Mis mejillas se tornaron rosadas por la vergüenza, añadido al hecho de que estaba escuchando a varios chicos gritar “Si, tío, está buena.” “Diversión asegurada, chico” y a Jess ayudándoles con “Está libre. Es decir, está conmigo, ¡pero yo os la vendo a buen precio!” Al mirar al director, Zayn entró en mi campo de visión, por lo que pude observar que de pronto se había puesto en tensión y miraba a un punto por delante mío, donde suponía que estaría el chico al que el director se había referido como mi nueva pareja.
 
"¡Ni se te ocurra acercarte a ella!", le avisó mi hermano, señalándole. El director se dio la vuelta, sorprendido, con ambas cejas alzadas y las manos entrelazadas detrás de la espalda. “Es mi hermana…”, explicó Zayn ante su mirada inquisitiva, sonrojándose, y yo no pude hacer otra cosa más que volver a reírme, pues las ocasiones en las que había visto a Zayn sonrojarse hasta querer que se lo tragase la tierra eran tan pocas que las podría contar con los dedos de la mano derecha.
 
Qué raro, la maldita puerta no abría. Por más intentos que hice, no conseguí que las clavijas finalmente girasen y yo estaba desesperada y mojándome por momentos. Lo peor era que la tormenta no parecía que fuese a arreciar, pues todo el cielo estaba cubierto de inmensos nubarrones negros y se veían caer los rayos a lo lejos. Suspiré, resignada, y justo entonces se me ocurrió una manera de entrar en casa. Salté como pude la verja, aunque en el intento caí sobre un charco y cuando me levanté la parte derecha de mi camiseta, así como mi brazo, estaban manchadas de barro. Genial. Corrí hacia la parte trasera de la casa y alcé la vista hasta que encontré la ventana de la habitación de Zayn, que estaba justo encima del final de la enredadera que escalaba la pared y, por suerte, estaba entreabierta. Paso a paso fui subiendo, pero a la mitad del recorrido una ráfaga de viento hizo que por poco me cayese, pero  pude recobrar el equilibrio perdido y volví a tener todas mis extremidades bien sujetas. Al llegar a la ventana, abrí la ventana completamente y entré, dejándome caer al suelo desde el alfeizar. Cuando me di la vuelta, dispuesta a levantarme y salir a cambiarme la ropa mojada, mis ojos captaron la imagen más vergonzosa que podía haber visto jamás: Zayn desnudo, sentado en una silla enfrente de su ordenador con la cabeza girada en mi dirección y sus manos tapando a duras penas su miembro. Nuestros ojos se encontraron un segundo antes de que yo me levantase, tropezando con su cama, y saliese rápidamente de su habitación, aún escuchando los gemidos provenientes del ordenador. Una vez fuera, mi primera reacción fue echarme a reír por la situación tan rara e incómoda que se acababa de producir.
Al día siguiente Zayn no me dirigió ni una mísera mirada, mucho menos alguna palabra. Me evitó durante al menos una semana, hasta que por fin se decidió a suplicarme que no hablase de esto con nadie y yo le tranquilicé, prometiéndole que lo ocurrido estaba en una tumba a varios metros bajo el suelo –no literalmente, claro.
 
Noté como después de decirlo miraba en mi dirección. No, no en mi dirección, si no en la de Jess, que esbozó una sonrisa cómplice, borrada de su cara cuando se dio cuenta de que yo la estaba observando. A veces me irritaba de sobremanera la forma en la que parecían comunicarse solo con una mirada o un gesto, y no porque el simple hecho de que esto ocurriese, sino porque parecía que lo que se comunicaban tenía que ver conmigo.
 
No sé cómo, pero de un momento a otro se había formado un caos a nuestro alrededor. Un brazo me agarró de la cintura y me subió a su hombro descubierto. Pude descubrir que era un chico por su musculosa espalda. Además, solo llevaba puesto un bañador negro que le llegaba por encima de la rodilla. Mis gritos se hicieron presentes mientras pegaba puñetazos en la espalda del chico, aunque de poco sirvieron: me estaba haciendo más daño yo del que le estaba haciendo a él. Además, cada vez que le daba un golpe, su risa aumentaba. Levanté la cabeza para ver a Jess corriendo detrás de nosotros, casi a nuestra altura, soltando improperios y gesticulando mucho. Casi tan repentinamente como me habían cogido, unas manos grandes y fuertes me bajaron.
 
“¿Yo qué te dije?”, reconocí a mi hermano bajo aquel tono amenazante. El otro chico, lejos de parecer asustado, se revolvió el pelo, dejando algunos mechones rubios caer por su cara. Aquel gesto aparentemente despreocupado me pareció de lo más sexy que se pudiese haber, y estaba claro que él sabía lo que provocaba en las chicas. Una sonrisa divertida se dibujó en su rostro cuando me pilló mirándole, aunque yo no estuviese haciendo ningún esfuerzo por parecer menos descarada. Entonces sus ojos azules miraron por encima de mi cabeza, hacia donde se encontraba mi hermano.
 
“Pensé que lo decías en coña…”, contestó entonces, encogiéndose de hombros.
 
“No lo hacía.”
 
“Venga ya, por mucho que sea tu hermana, ¿no quieres que se divierta?” Me lanzó una mirada de soslayo mientras lo decía.
 
“No contigo… y no de la manera que tú quieres”, sentenció, tajante.
 
Espera, ¿qué? ¿Por qué estaba hablando mi hermano de eso en ese momento con ese chico como si yo no estuviese allí? Y, ¿por qué estaba insinuando aquél desconocido que se quería divertir conmigo de aquella manera?
 
“Tiempo muerto, chicos, tiempo muerto.” les corté, “Tú,” dije señalando a Zayn, “No vas a decirme cómo, cuándo o con quién me divierto. Y tú,” dije señalando al rubio, “no tiene sentido que insinúes que nos vamos a divertir si mes has visto dos minutos. Así que, c’est finit.”
 
“Me deberías tratar con más respeto, Brooke. Al fin y al cabo, soy tu monitor este verano.”
 
“Entonces trátame tú a mí como una campista”, dije cruzándome de brazos.
 
Zayn se acercó a mí, quedando a con su frente pegada a la mía y una expresión furiosa en su rostro. “No la cagues, Broo”, me avisó. Rodé los ojos y me separé de él.
 
“Creo que voy a tener serios problemas para distinguir al monitor y al hermano.” Él rió y se fue, dejándonos a Jess, que había estado sorprendentemente callada durante todo este rato –tanto que ni quiera había reparado en su presencia-, al desconocido y a mí. Entonces mi amiga se volvió hacia el rubio y le dijo:
 
“Me da la impresión de que nos vas a causar dolores de cabeza este verano.”
 
“Puede”, aceptó él, con una sonrisa en la boca.
 
“Rubio, contrólate o no sales vivo de aquí”, dije uniéndome a su conversación y comenzábamos a caminar hacia la playa, el lugar a donde todos se dirigían ahora, volviendo a caminar sobre las tablas de madera.
 
“¿Rubio?”, preguntó él. Estaba claro que yo le hacía gracia, pues lo único que hacía cuando yo hablaba era reír o mofarse.
 
“Rubio”, concedí yo con una sonrisa traviesa.
 
“Brooke, no, por favor”, suplicó Jess con las manos juntas, como si estuviera rezando. Yo sólo solté una carcajada y continué caminando.
 
Vi de reojo al desconocido mirarnos a ambas con gestos de confusión. “¿Qué me he perdido?”
 
Como respuesta sonreí a Jess y eché a correr. Saludé a Louis cuando pasé junto al chiringuito, haciendo caso omiso de los gritos de protesta de Luke por dejarle con la duda y de Jess por tener que perseguirnos a ambos.
 
Al final de la playa se reunían ambos campamentos, esperando para conocer cuál sería nuestra primera actividad, pues con el alboroto que se había armado, el director había decidido dejar en manos de los monitores el control. Según me fui acercando, observé cómo todos estaban sentados en varios círculos concéntricos alrededor de una hoguera. Sonreí ante la idea de que nuestra actividad pudiese ser pasarnos la noche contando historias y calentando nubes de azúcar alrededor de la hoguera, mientras alguien tocaba la guitarra. Era algo que había deseado hacer desde que era pequeña. Antes de sentarme esperé por Jess y por el rubio, pero este, en vez de pararse junto a mí, agarró mi antebrazo con delicadeza. Se sentó después de dar una vuelta mientras buscaba a sus amigos y nos presentó a Michael. Era el chico más gracioso que hubiese conocido.
 
“Que os calléis, ¡ya!”, nos ordenó Harry. “Como os decía, la actividad de hoy consiste en presentarnos.” Después de mirarnos a todos, preguntó: “¿Quién empieza?”
 
Michael se levantó, se subió al tronco en el que estábamos sentados y gritó “¡YO!” Harry se rió por su entusiasmo e hizo un gesto con la mano derecha para animarlo a continuar. “Hola”, dijo sonriente y mirándonos a todos antes de bajarse de tronco y decir “Pues ya me conocéis”, mientras se sentaba.
 
“¡Y es emo!”, añadió el rubio, haciendo aspavientos con las manos y dándole un abrazo de oso, mientras Michael intentaba deshacerse de él. “No soy emo”, refunfuñó por lo bajo, haciéndonos creer que estaba enfadado.
 
Cuando los ánimos se calmaron, una chica pelirroja se levantó de su sitio. Me costó reconocerla, pero al final me di cuenta de que era la chica a la que Jess y yo habíamos decidido rescatar. Y no era pelirroja; al menos no de día. Cuando los rayos del Sol llegaban a ella, parecía totalmente rubia, pero ahora, de noche y con la hoguera encendida, su cabello adquiría tonos rojizos.
 
“Me llamo Alyssa. Nací en Little Heaven…” Antes de que le diese tiempo a continuar, Harry la interrumpió: “¿En Gales?” Ella le miró con una sonrisa tímida en sus labios. “Si”, susurró. “Es muy bonito”, dijo Harry. “Lo es”, concedió ella.
 
Después de eso, nadie habló. Todos mirábamos el intercambio de sonrisas y miradas entre Harry y Alyssa, hasta que la líder del grupo pensó que había demasiada atención puesta en Alyssa y se levantó.
 
“Yo me llamo Virginia.”
 
Alyssa apartó su mirada de la de Harry, sonrojada, y Harry, aunque reticente, posó su mirada sobre Virginia.
 
“No era tu turno”, la regañó él. La cara de Virginia cambió a una inocente y bajó la mirada.
 
“Oh, pensé que Aly ya había acabado.” Incluso su tono de voz se había suavizado. Venga ya, ¿a quién pretendía engañar?
 
“No lo creo”, dijo entonces Niall, que estaba sentado a la izquierda de Jess. Giré mi cabeza y vi como a mi amiga se le formaba una sonrisa en la cara. Era muy posible que el monitor del otro campamento le hubiese robado la frase.
 
“No importa”, dijo Alyssa.
 
Desde ese momento, las chicas del grupo en el que Alyssa se encontraba no hicieron más que murmurar entre ellas, dejándola excluida. No fui la única que se dio cuenta, pues observé como Harry y Zayn hablaban entre ellos y miraban en su dirección desaprobatoriamente. Jess también se dio cuenta, y no es que estuviese muy contenta por ello.
 
“Se nos ha hecho un poco tarde para seguir con las presentaciones,” dijo entonces Liam, levantándose de su sitio al lado de Niall, “pero aún queda tiempo para la sorpresa inicial.”
 
La sonrisa de los monitores se agrandó mientras que nos conducían de vuelta al campamento. En algún momento, los campistas nos quedamos solos, hasta que escuchamos gritos alrededor nuestro. Todos buscábamos con la mirada de donde provenían. Pronto descubrimos que Harry, Zayn, Liam, Niall y los demás monitores llevaban mangueras en sus manos y que nos estaban apuntando a nosotros directamente. Reaccioné y eché a correr, saltando e intentando escapar del agua. Por poco lo consigo, si no llega a ser por la sorpresa que me esperaba a la puerta de mi cabaña.


¡POR FIN! No sabéis lo que me costó acabar este capítulo ni las veces que borré y escribí...
¡Siento mucho haber tardado! Intentaré subir más a menudo asdfghjklñ.

¿QUERÉIS SALIR EN EL FIC?:

DECIDME UN NOMBRE EN INGLÉS, VUESTRA DESCRIPCIÓN O UNA FOTO DE COMO OS GUSTARÍA SER (prefiero la segunda opción) Y CON QUIÉN OS GUSTARÍA ESTAR (SI NO ME LO DECÍS, LO ELEGIRÉ YO, Y SI HAY MUCHAS PETICIONES, LO HARÉ A SORTEO. SALIR SALDRÉIS TODAS LAS QUE QUERÁIS, SEGURO).

Leed también:

Nobody else: http://nbodyelse.blogspot.com.es/
En el límite del cielo: http://enelimitedelcielo.blogspot.com.es/
Always with you: http://alwayswithyouinyourdreams.blogspot.com.es/
Recuérdalo: http://justrememberitt.blogspot.com.es/

:) (me tienen amenazada de muerte para que las recomiende)

¡Os quiero! Gracias por leer :3

martes, 26 de marzo de 2013

Capítulo 2. La playa




“¡Vamos a explorar!”, gritó Jess en mi oído rompiéndome los tímpanos. Le di dos palmaditas en la mejilla y me tiré a la cama.

“¿Pero como puedes ser taaaaaan dormilona?”, dijo tratando de levantarme, pero yo era más fuerte y la tiré encima de mí.

“Claro, como tú te pasaste todo el viaje durmiendo ahora estás hiperactiva. De verdad creo que solo te soporto cuando estás dormida o comiendo”, la chinché mientras reía y ella empezó a hacerme cosquillas, pasando sus manos de mi cuello a mi barriga, de ahí a la parte trasera de mis rodillas y, cuando pensé que ya se había cansado, se dio la vuelta sentada sobre mí con las rodillas apoyadas en la cama y me cogió los pies: mi punto débil. Yo no podía parar de reírme y hacer aspavientos con las manos mientras intentaba que Jess no pudiese cogérmelos.

En ese momento la puerta se abrió y yo pensé que fuese quien fuese me ayudaría. Desafortunadamente, era mi hermano, que ordenó a mi amiga que me sujetase las rodillas mientras él seguía haciéndome cosquillas. Los dos reían como locos y, siendo sincera, yo me estaba divirtiendo a pesar de mis intentos por estar seria y enfadada cuando Zayn estuviese delante: ese fue el plan que ideé cuando me enteré de que iba a pasar el maldito verano con él. Por suerte para mi, ellos dejaron de hacerme cosquillas y yo salté de la cama y fui corriendo a por unos calcetines a mi maleta antes de que cambiasen de opinión o se aburriesen y decidiesen volver a por mí, pero mi suerte fue tan bondadosa conmigo que hizo que toda mi ropa cayese al suelo. Y cuando digo toda, es toda.

“Mierda”, murmuré, mientras intentaba recoger mi ropa interior antes de que Zayn la viera.

No es que él nunca me haya visto en ropa interior, pero fueron muy pocas veces y todas muy embarazosas. Él, al contrario, se paseaba por casa en ropa interior las 24 horas del día. Total, en casa solo estaba yo hasta que llegaban papá y mamá a las 10 de la noche de trabajar, hora en la que Zayn se iba a dar una ducha y salía con un pijama puesto.

“Si por algo te llamo Patito, enana… Tu coordinación lo tienes en esa colita tan mona que tienes”. Se había dado cuenta y ahora estaba de pie detrás de mí mirándome mientras contenía la risa. Mi sorpresa fue cuando se agachó y me ayudó a recoger. Bueno, la causa no era precisamente noble, que se diga, puesto que recogió nada más y nada menos que mi sujetador negro. Me di una palmada en la frente y negué con la cabeza, al tiempo que Jess comenzaba a reírse y se tiraba sobre la cama. La risa de mi amiga me impidió escuchar a Zayn murmurar una palabra. En ese instante me giré mi cabeza y le miré directamente.

“¿Qué?”, dije confundida.

Entonces se levantó y caminó hasta un cajón, donde fue dejando mi ropa interior en uno de los cajoncitos del armario. Cuando terminó de colocarla, se giró y caminó hasta la puerta. Entonces me miró con una sonrisa ladeada y me respondió.

“Deberías colocar la ropa en el armario, no de vuelta en la maleta, Patito.” Dicho eso, se fue, dejando a una Jess ahogada por las risas y a mí con una confusión creciente.

“Obviamente eso no fue lo que me dijo, ¿o me equivoco?”, pregunté cuando mi amiga se hubo calmado. Craso error, pues eso solo ocasionó que su ataque de risa volviese, no sin antes negar con la cabeza.
Rodé mis ojos, muestra de la exasperación que sentía, al tiempo que me ponía en pie y salía por la puerta como minutos antes había hecho mi hermano. En esos momentos la que necesitaba salir a explorar era yo, o mejor dicho, salir a encontrar gente nueva, gente que no te ponga apodos vergonzosos o que se ría de tu confusión.

Caminé hacia la playa, paseando entre los árboles que rodeaban el caminito de madera. Poco después, sentí a Jess abrazarme y reír feliz.

“Al final conseguí que vinieses a explorar.”

“¿Ese era tu plan desde el principio, verdad?”, respondí, con el ánimo un poco recargado y una mirada acusadora en mis ojos. Sin embargo, los suyos reflejaban diversión y astucia. Sólo obtuve por contestación una amplia sonrisa, dejando ver todos sus pequeños dientes de conejillo.

Los árboles desaparecieron en un punto del camino, siendo sustituidos por la arena, señal de que habíamos llegado finalmente a la playa. Vimos a nuestra izquierda un chiringuito resguardado de las miradas cotillas por una montaña de arena. El chiringuito estaba decorado con la bandera reggae y desde donde nos encontrábamos se escuchaba a Bob Marley predicar a sus fieles seguidores sus letras. Nos acercamos y miramos la pizarra con los cócteles tropicales que se ofrecían, en los que el rojo, el amarillo y el verde se alternaban. Al mirar al interior de la caseta, me encontré con los ojos azules de un moreno espectacular. Una camisa blanca de tirantes resaltaba sus bíceps y definía bien sus pectorales. A la altura de su cadera sostenía, con una mano, un vaso, y con la otra, una toalla. A pesar del delantal negro que llevaba puesto, como camarero que era, podía verse el bañador blanco de flores hawaiianas, que resaltaban aún más su piel morena. Cuando levanté la vista de nuevo, le vi negando con la cabeza gacha y riéndose. Por supuesto, yo no era la única que le había dado un repaso considerable, pues mi amiga se lo estaba comiendo viva con los ojos.

IMPORTANTE

Esta es la otra novela. Aquí tenéis el prólogo: http://smurftears.blogspot.com.es/ SÓLO AVISARÉ A LAS PERSONAS QUE COMENTEN LOS CAPÍTULOS (preferiblemente por aqui, pero si en alguna ocasión no os es posible hacerlo en blogger, podéis comentar en Twitter, Whatsapp...)



“Como se nota que llegó el verano”, murmuró risueño. Tenía un curioso acento y su voz era endiabladamente sexy.

“¿A qué te refieres?”, pregunté yo, ladeando la cabeza y fijando mi mirada en sus profundos ojos.

“Pues… vaya, pensé que no me habríais escuchado”, susurró, mientras que sus mejillas se tornaban rojas a causa de la vergüenza. Jess y yo le miramos expectantes y finalmente él respondió con un suspiro. “En verano parece que las chicas estáis más sueltas”. Titubeó al decir la última palabra, alternando su mirada entre mi amiga y yo, para después sonrojarse por segunda vez en menos de dos minutos.

“¿Perdón?”, escuché decir a mi amiga, que tenía un tono de nerviosismo e incredibilidad. Antes de que la cosa fuese a mayores, le pedí dos daiquiris. Él titubeó y mi amiga me dio un manotazo en el brazo. Entonces yo al miré. “¿No querías un daiquiri?”, inquirí, a la vez que una sonrisa se formaba en mi cara.

“¿Vas a dejar así eso?”, me espetó Jess con una mirada furibunda, a lo que me encogí de hombros y giré en mi asiento para dirigirme de nuevo al camarero.

“Dos daiquiris, por favor”, le repetí, pero, para mi sorpresa, él nos cuestionó nuestra edad.

“Oh, vamos, ¿en serio?”, replicó la morena, levantando las manos hasta su cabeza y dejándolas caer de nuevo, haciendo chocar las manos con la madera de la barra en un gesto de disconformidad.

Nuevamente decidí intervenir: “Tenemos 17. ¿Nos das los daiquiris ya?”

Él se dio la vuelta y comenzó a juntar los ingredientes del daiquiri en una barra contigua a la de los clientes.

“No sé vuestros nombres”, comentó a la vez que metía el hielo en la coctelera, la cerraba y comenzaba a batir.

“Ni tienes por qué saberlos”, contestó, de nuevo, Jess. En ese momento no pude contener la risa acumulada desde que habíamos llegado al chiringuito. Poco después, el camarero se unió a mí, pero al ver la mirada asesina de mi amiga, se puso serio repentinamente y bajó su mirada a la coctelera que enseguida dejó de batir para coger dos vasos y verter el líquido en ellos. Nos los sirvió y comenzamos a beber en un incómodo silencio, roto en una ocasión por el quejido de protesta de mi querida, borde y crea-momentos-incómodos amiga al recibir una patada de mi parte en la espinilla, acompañado de una mirada asesina. “Tú tampoco nos has dicho tu nombre…”, puntualizó de improvisto, dirigiendo su mirada hacia el moreno, que también la miró extrañado. De pronto su mirada se tornó pícara, al igual que la sonrisilla torcida que se pintó en su rostro.

“Os lo diré cuando vosotras me hayáis dicho el vuestro”. Sus cejas se levantaron y fijó mi mirada en la suya. Yo le sonreí y estaba a punto de decirle mi nombre cuando Jess me interrumpió.

“¿¡ESO QUE SUENA ES ‘YOU SUCK AT LOVE’¡?”, gritó, cogiéndome del brazo y arrastrándome lejos del chiringuito. Corrimos hacia un escenario improvisado que había al otro extremo de la playa y nos pusimos a bailar como locas. Cuando terminó la canción ambas nos miramos y empezamos a reír. Entonces vimos a dos chicos que nos observaban con una sonrisa en sus bocas. Uno era rubio y tenía los ojos azules, mientras que el otro era moreno y tenía los ojos marrones. Comenzaron a acercarse a nosotras, pero en ese momento unas manos nos cogieron fuertemente del brazo y nos hicieron girar de manera brusca.

“¿Qué pasa con vosotras?”, espetó una voz masculina cuando nos quedamos de frente a ellos. Jess y yo nos miramos extrañadas y luego miramos a Zayn y a Harry. Este último suavizó la mirada al comprender que no entendíamos qué pasaba, pero Zayn aumentó su agarre, dejando mi brazo sin riego sanguíneo.

“Zayn, me haces daño”, hice una mueca de dolor y lo miré. Él enseguida cambió su expresión al encontrarse con mis ojos y soltó su mano de mi brazo. Me había quedado una marca roja en el lugar donde él me había estado agarrando.

“Perdóname, Broo”, se disculpó con voz de cachorrito y sus ojos reflejaban la culpa.

“Bueno, ¿a qué ha venido eso?”, inquirió mi amiga de pronto, haciendo que todos nos volviésemos hacia ella. Yo me separé un paso de Zayn y me acerqué más a ella.

“Chicas, es la segunda infracción cometida hoy”, explicó Harry.

“¿Segunda?”, no entendía nada.

IMPORTANTE

A PARTIR DE AHORA SOLO SUBIRÉ CAPÍTULOS CUANDO TENGA 15 COMENTARIOS O MÁS. SI NO, SUBIRÉ CUANDO A MI ME DE LA REAL GANA.
CUANDO COMENTÉIS, PONED SIEMPRE VUESTRO TWITTER PARA SABER QUIÉNES SOIS Y PODER AVISAROS. PODÉIS SEGUIR MI BLOG EN EL BOTÓN DE LA IZQUIERDA DONDE PONE "PARTICIPAR EN ESTE SITIO". 
Perdón por las interrupciones :)

“Tú”, comenzó Harry, señalando a Jess, “casi pegas a otra campista el primer día. Y tú”, continuó, esta vez señalándome a mí, “te metiste en el vestuario de hombres”. Aquello me hizo sonrojar a más no poder, pues había visto a los dos chicos que tenía delante semidesnudos; en realidad, a uno lo había visto completamente desnudo, y eso me hizo sonrojarme más.

“Y ahora estáis las dos en propiedad del otro campamento. Bueno, en realidad la playa es de los dos campamentos, tenemos actividades juntos y podéis estar aquí siempre que queráis, pero no antes de haberos reunido con el director del campamento y tampoco en una actividad en la que no participáis, ¿queda claro?”, pero antes de que pudiésemos contestar, vio a alguien detrás nuestro y nos apartó para ir hacia él, al igual que Harry. Con la boca abierta de lo raro que había sido eso, Jess y yo nos dimos la vuelta, encontrándonos con nuestros monitores charlando animadamente con los chicos que antes se estaban acercando a nosotras. Justo entonces Zayn se giró hacia nosotras.

“¡Venid, chicas, os quiero presentar a alguien!”

Su cara había cambiado por completo: ahora estaba relajado y muy animado.

“¿Tú quieres presentárnoslos o ellos quieren que nos presentéis?”. Le di un codazo a la charlatana de mi amiga para que se callase, mientras veía como el rubio se sonrojaba de una manera casi inhumana. “Bingo”, susurró, y se acercó con una sonrisa de oreja a oreja en su cara.

Negando con la cabeza yo también me acerqué, situándome entre Harry y Jess, y no pude contener la risa al ver la reacción del rubito cuando esta última se acercó y dejó dos besos sobre sus mejillas, separándose lentamente en cada ocasión, y provocando que él volviese a sonrojarse. Entonces ella se separó rápidamente de él con una amplia sonrisa en los labios y saludó de la misma manera al otro chico. Cuando Jess volvió a su sitio, los dos chicos y yo nos miramos, esbozando una sonrisa cortés.

“Zayn, ¿me los presentas?”, dije volviendo mi cabeza hacia él.

Después de unos minutos de conversación con Niall y Liam (así se llamaban los chicos), en los que nos enteramos de que ellos eran monitores del otro campamento, que estaba situado en el extremo de la playa opuesto al nuestro y con el que compartiríamos la mayoría de las actividades, regresamos hacia el campamento.

Ya habíamos pasado el chiringuito, que ahora estaba vacío, cuando la voz de su sexy camarero gritó los nombres de nuestros acompañantes. Estos se dieron la vuelta y recorrieron el camino de vuelta hacia él.

“¡Louis! Perdón por pasar de largo antes, pero estas dos niñas nos estaban dando problemas el primer día de campamento”, explicó Harry, risueño, pero Jess, una vez más, hizo muestra de su carácter y le pegó un puñetazo –no muy fuerte- en el brazo, a lo que Louis rió.

“Vaya, veo que no soy el único al que tratas mal”, dijo mirándola. Zayn y yo nos reímos, pues sabíamos de sobra que a Jess le encantaba maltratar a los hombres (por así decirlo) y hacerles sufrir cuando ella creía que se habían pasado de la raya. No es que los torturase, pero tenía sus métodos.

“Ten mucho cuidado con esas manitas, pequeña, que soy tu monitor y te puedo castigar.” Harry tenía una ceja elevada y una sonrisa pícara en el rostro.

“No sé tú, pero no soy sadomasoquista, pervertido”, contestó ella matándole con la mirada y provocando que él soltase una carcajada.

“Creo que deberíamos irnos antes de que alguien muera”, comentó Zayn a mi lado mirando divertido la escena, al igual que Louis.

“Pero venid a visitarme. Todos vosotros. Y si, eso te incluye a ti”, señaló a Jess, quien se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia el campamento. “¿Se ha enfadado por eso?”

“Es muy probable”, contesté. “Vámonos antes de que pille a la guarra rubia y lo pague con ella. Hasta otra, Louis”, me despedí con una sonrisa, que él me correspondió y cuando todos se hubieron despedido prometiendo volver, nos fuimos detrás de Jess.

Yo iba caminando en medio de los dos chicos, cuando se me ocurrió la posibilidad de que Louis les preguntase a ellos nuestros nombres, así que decidí pedirles que no se los dijesen y así hacer de rabiar a su amigo. Para mi sorpresa, ellos aceptaron.

Casi habíamos llegado al campamento cuando me di cuenta de que entre unas cosas y otras no le había pagado las bebidas, así que volví corriendo. Él se negó a que pagase, con la condición de que le dijese mi nombre. Yo solo miré la pizarra con los precios, saqué un billete de cinco y una moneda de dos euros, se la dejé en la barra y volví corriendo al campamento.



martes, 29 de enero de 2013

Capítulo 1: Empezando con buen pie.

¡HOLA! :) Antes de subir el capítulo quería comentaros algo:

1. GRACIAS A TODAS MIS LECTORAS <3
2. Con respecto a los comentarios: ¡por favor comentad! Si os es más fácil, lo hacéis en modo anónimo y me ponéis ahí vuestro twitter para saber quiénes sois :D
3. Perdón por tardar tanto en subir pero la verdad es que estaba escasa de imaginación y además luego cambié de rumbo la historia y la volví a cambiar y me lié y no sabía qué hacer, pero este es bastante largo así que... os dejo que lo leáis.
4. Esta es la canción de la que hablo al principio :)


_________________________________________________________________



En el coche había demasiado bochorno, y bajar la ventanilla no era una opción, pues el calor de fuera era seco, aunque para mi padre era suficiente. Su ventanilla estaba bajada del todo, con su codo izquierdo apoyado en el borde mientras que con la mano derecha agarraba el volante. A su lado iba el padre de Jess, cantando con todo lo que daba su voz “Sweet Home Alabama” de Kid Rock, que sonaba en la radio en ese momento. Mi padre y yo nos unimos a él cuando el estribillo sonó. A mi lado un ruidito ronco nos llamó la atención. Nos reímos cuando nos dimos cuenta de que Jess estaba protestando porque no la dejábamos dormir.

“Tu madre me ha dicho que te diga varias cosas antes de dejaros en el coche…”, comentó mi padre alzando su mirada hacia el retrovisor, donde nuestras miradas se encontraron.

“Por supuesto que sí”. Mi sarcástica respuesta hizo reír a los dos adultos que iban delante de mí. “¿Y bien? ¿No me las vas a decir?”

Mi padre hizo una mueca para después confesar que no se acordaba de todo lo que su preocupada mujer le había hecho recordar para asegurarse de que su hija no se metiese en problemas.

Al poco rato John y mi padre se enzarzaron en una acalorada discusión sobre cuál de los dos partidos políticos más importantes del país lo hacían peor. La verdad, era una discusión sin sentido, pues ambos pertenecían al mismo bando, así que decidí mirar por la venta. El Solo estaba alto en el cielo. Me quité la sudadera y miré a Jess, que seguía dormida.

Dios, qué pesada. Siempre está durmiendo. Esperemos que cuando lleguemos ya haya despertado. Conociéndola…, pensé.

Empecé a divagar por mi mente. Tenía muchísimas ganas de llegar y ver quién había por allí, de pasar tres meses lejos de todo y de todos, de estar en la playa con Jess y conocer a nueva gente. Presentía que este iba a ser el mejor verano de nuestras vidas.

Poco a poco me fui quedando dormida, con la cabeza apoyada en mi hombro en una posición muy incómoda.

El Sol me daba de frente, cegándome por momentos. El balón vino en mi dirección y mis puños se juntaron para lanzar la pelota al alto y que la persona que estaba a mi lado rematase. Juego ganado. Me giré para celebrarlo mientras unos brazos me alzaban. Yo me agarré a su cuello y posé las manos sobre su espalda. Tenía unos músculos muy definidos. Al separar mi cara de su cuello unos mechones de pelo rizado me rozaron la cara. Esos ojos verdes…

***

Una mano me zarandeó suavemente. “Hemos llegado”, me susurró la voz de mi padre.

“Mmmm…”

Sentí su cuerpo inclinarse por encima del mío para desabrocharme el cinturón de seguridad.

“Broo, esto es precioso… mira”.

Mis ojos tardaron poco en acostumbrarse a la luz, que era escasa. Un prado con árboles inundó mi visión. El Sol estaba casi detrás de la montaña al fondo. Miré a Jess, que giraba sobre sí misma, observando los detalles del precioso paisaje que había al otro lado de su ventana: una playa inmensa, de arena fina y clara. El mar en calma, sus olas arrastrando las conchas. Música celestial. El sitio perfecto para dormir.

“Buenos días, dormilona”, la saludé con una sonrisa. Ella murmuró un “wow” y yo sentí que acababa de quitarme la palabra para definir aquello.

Cuando bajé del coche, estirando mis entumecidas piernas, escuché una risa a mi espalda. Era como la risa de una sirena, incitándote a unirte a ella en sus travesuras para nunca jamás dejarte ir. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal. Me di la vuelta y, apenas lo hice, un pegote de barro chocó contra mi cara, mi pelo y mi camiseta blanca. Me limpié como pude el barro de la cara y observé atónita como un grupo de chicas en bicicleta se paraba unos metros por delante de mí. Todas giraron su cabeza, dejando volar sus largos cabellos, hacia mí. La misma risa de antes volvió a sonar, y esta vez le puse cara. Rubia, ojos azules, cuerpo de escándalo, la líder del grupo. A continuación, las risas de las otras chicas resonaron en el ambiente, aunque la mayoría de ellas me miraban con verdadera pena, como si sintiesen que su líder me hubiese hecho eso.

“Me gusta tu camiseta…”, dijo la rubia, mostrando una sonrisa afilada, más propia de una arpía que de un humano.

Por desgracia, Jess lo había visto todo y no iba a quedarse callada.

“Y A MI ME VA A GUSTAR TU CARA CUANDO TE PEGUE TAL….”

“Jess, no”, la interrumpí, “hay que saber cuándo vale la pena arriesgarse y cuando no. Y está claro que ahora no.”

Además, no quería que Jess se metiese en problemas: 1 – era el primer día; 2 – como ya le había dicho, esa pobre chica no valía la pena.

Vi como el grupo de chicas se iban, probablemente por el hecho de que mi padre acababa de salir del coche y las miraba con una ceja levantada.

“¿Primer día y ya hay un grupito de Mean Girls? Creo que vuestro verano va a ser interesante”

Bufé en respuesta y empecé a caminar en busca de unos lavabos. El camino de tierra se dividía después de unas casetas que serían (supuse), las zonas comunes. Opté por la izquierda y, al cabo de unos minutos, encontré un letrero que anunciaba “BAÑOS”, y un muñequito de un hombre a su derecha. Sin importarme ese dato, entré a la sala. En las paredes había bancos y, por encima, perchas. Otro gran banco se situaba en el medio de la habitación. Al fondo divisé Una hilera de lavabos con un espejo encima. Todo relucía, claro signo de que por allí no había pasado nadie. Me quité la camiseta y empecé a lavarme la cara y el pelo, aunque lo único que hice fue embadurnarlo un poco más. Encontré un rollo de papel higiénico en un baño. Más al fondo se escuchaba el ruido de una ducha, pero le resté importancia, dando por hecho que estaría estropeada.

Cuando ya casi me había quitado todo el barro de la cara (aunque no del pelo), la ducha se paró. Miré hacia mi izquierda, de donde salió un chico completamente desnudo. Me sobresalté y, aunque poco después lo reconocí, no podía quitar el gesto de asombro de mi cara. Un chico alto, moreno y musculoso se alzaba en frente a mí. Su pelo negro y mojado le caía sobre la frente. Yo aparté la mirada rápidamente y al ver que él no se tapaba, mis manos, que estaban apoyadas en el lavabo, se cerraron formando dos puños.

“Tápate”, gruñí.

Escuché como contenía la risa mientras cogía una toalla de un perchero que tenía a su izquierda. Se la enroscó en la cadera, dejando visible las líneas en forma de v y su torso. Mis amigas siempre fantaseaban con su cuerpo, sobre si algún día él se fijaría en ellas y sobre cómo podía estar yo tan ciega y negar lo “evidente”. No lo negaba, mi hermano trabajaba a fondo su cuerpo en el gimnasio todos los días, hacía natación y corría, y tenía muy buen cuerpo, pero era mi hermano.

“Me has visto salir de la ducha miles de veces en casa.”

“¿Qué haces aquí, Zayn?”, dije mientras giraba mi cuerpo para encararle, posando mi mano izquierda en mi cadera.

“Esa pregunta debería hacértela yo a ti. Esto es el baño de chicos”, dijo mientras señalaba a su alrededor, “Yo soy un chico”, se señaló a si mismo, “y tu una chica. Pensé que os enseñaban eso en Biología”.

Noté como la sangre subía a mis mejillas, mientras me recriminaba a mi misma no haber especificado que me refería al campamento en general, no al baño en particular.

“¿Qué haces semidesnuda en el baño de tíos?”, dijo mientras su mirada se posaba en mi torso. Por suerte el sujetador no se había manchado. Por muy hermano mío que fuese, si me hubiese encontrado sin él me hubiese muerto de vergüenza. Por un momento pensé en aquella frase que me había dicho una de mis amigas. “Si yo fuese tu, me daría igual que fuese mi hermano.” Creo que no sabría qué hacer si no llega a ser mi hermano.

Al ver que no contestaba, Zayn me repitió la pregunta.

“Pues… una chica me salpicó de barro”. Le señalé banco donde estaba tirada mi camiseta sucia y él no pudo reprimir la risa. Cuando recuperó la calma, me dijo:

“¿Haciendo amigas?”

“Dios, ¡no! Antes que hacerme amiga de esa chica me tiraría desde la estratosfera sin traje espacial. Además, que te cuente Jess: casi la pega”. Al recordar la escena, una risita tímida se escapó de mis labios, precedida por una expresión de horror al imaginarme siendo amiga de la rubia estúpida.

Zayn cogió una mochila de una pequeña taquilla y la dejó sobre el banco, mientras comenzaba a sacar sus cosas.

“Por cierto, Zayn, déjame una camiseta limpia”

“¿Qué? No. Estás muy guapa así”. Una sonrisa perversa asomó a sus labios mientras me miraba de reojo para contemplar mi reacción que, obviamente, fue de estupefacción. Estaba claro que no le bastaba con estar en este preciso instante en mi campamento (y sospecho que también los próximos tres meses), que además no pensaba ayudar en esto.
En ese momento una puerta situada al fondo de la sala, por detrás de mi hermano, se abrió y de ella apareció un chico con la cabeza agachada mientras se quitaba los calzoncillos para ir a ducharse.

“¿Con quién hablas, tío?”

Esa voz. No. No. Levantó la cabeza y sus ojos verdes se encontraron con los míos. Si. Su expresión pasó de risueña a alterada por estar desnudo delante de mí, aunque Zayn me tapase sus partes más íntimas, y se puso rápidamente su ropa interior de nuevo. Sus ojos deshicieron el contacto con los míos para mirar a mi hermano y luego volvieron a mí. Sentí como me recorría el cuerpo con la mirada, parándose finalmente en la parte de arriba de mi cuerpo.

“¿Qué…?”, comenzó a decir, pero no le dio tiempo, pues mi hermano sacó de su mochila algo y me lo tiró, gritándomelo que me lo pusiese. Cuando lo tuve en mis manos me di cuenta de que era una camiseta. La desdoblé y pasé el cuello de la camiseta por la cabeza, mientras me daba cuenta de que tenía el color de las camisetas de los monitores. Cuando lo miré de nuevo, se dio cuenta de que mi miraba estaba en llamas y no precisamente de placer.

“Corre”, le susurré. Y echó a correr sin ni siquiera intentar ponerse unos calzoncillos. Antes de seguirlo miré a Harry y le dediqué una sonrisa, que él me correspondió.

Le perseguí por casi todo el campus, mientras que él intentaba que la toalla no se le cayese, lo cual me dio ventaja, pues no corría en condiciones favorables. Al final aminoró el paso, dándome la oportunidad de alcanzarle, pero no lo hice, sino que me quedé detrás de él, observándolo mientras hacía el ridículo por todo el campus. Cuando ya no podía aguantar más la risa, él decidió entrar en una cabaña y yo le seguí. Me tiré en el suelo de la cabaña y doblé mis rodillas juntándolas con el pecho mientras que me reía a carcajada limpia. Al calmarme, rodé por el suelo para ver a mi hermano sentado en la cama mirándome con una sonrisa divertida en la boca y a mi padre, Jess y su padre contemplándonos. Vi preocupación en los ojos de los dos adultos, posiblemente debido a que estaban pensando que yo tenía algún tipo de trastorno mental, y desconcierto en los de mi amiga que tenía la cabeza ladeada y el ceño fruncido. Después de unos minutos, mi padre se acercó a mí suspirando y me dio un beso en la frente. Acto seguido se acercó a Zayn y le cogió una mano con su mano derecha y con la otra le daba una palmada en la espalda, parándose unos instantes para decirle algo al oído. También vi como John le daba un beso a su hija de despedida y le advertía para que tuviésemos cuidado.

Con la mano en el pomo de la puerta, mi padre nos deseó un buen verano y se fue.

Unos minutos después, Zayn también se levantó de la que sería mi cama, no sin antes avisar a Jess de que no se permitían las peleas en el campus, dejando así al descubierto que yo se lo había contado. Mi amiga iba a replicar, pero este fue sin darle la oportunidad. La aún confundida Jess se giró sobre los talones y me miró.