domingo, 5 de mayo de 2013

Capítulo 3. Primera noche

 

Me reuní con Jess en el cruce entre el camino que llevaba a los bungalós de los chicos y el que llevaba a los de las chicas, donde se encontraban la caseta del director, la caseta de reunión de los monitores, la cantina y el camino que llevaba a la playa. En lo alto de las escaleras del bungaló del director se encontraba este junto con los monitores, que estaban detrás de él. Divisé a Harry y a Zayn y les saludé con la mano, mientras que ellos simplemente esbozaron unas sonrisas. Entonces el director comenzó a hablar.
 
“Buenas tar…”, carraspeó un poco al notar el alboroto que aún reinaba en el grupo de los campistas y esperó a que todos nos hubiésemos callado. “Bien, ahora si podemos empezar”, asintió, conforme. “Buenos días a todos, campistas. Antes de todo, espero que no me aprenda sus nombres este verano, o que si lo hago que no sea porque algunos de ustedes se ha metido en problemas”, pasó su vista por todos nosotros y luego volvió a hablar. “Antes de hablaros sobre la actividad de hoy, que se realizará después de la cena, quería avisaros de que ha habido un cambio de última hora con respecto a la distribución de los monitores en el campamento: las monitoras dormirán en la zona de los chicos y los monitores dormirán en la zona de las chicas. Posteriormente os acompañaremos a todos a que conozcáis los puestos donde podréis encontrar a los que serán vuestros supervisores durante este verano si tenéis algún problema.”
 
En ese momento escuché, unos pasos por delante de mí, murmurar a una voz que se me hacía conocida: “Ya sé para lo que serán mis visitas a las cabañas de los monitores”. Busqué con la mirada y me encontré al grupito que chicas con las que habíamos tenido el problema nada más frenar el coche esa tarde. Entonces supe quién había pronunciado la frase: su cabecilla, la rubia tonta que me había manchado de barro. Delante de ella estaba la otra chica que esa mañana se había “compadecido” de mí, y estaba claro que no soportaba a la otra petarda ni al resto del grupo,  lo que me hacía preguntarme por qué estaría con ellas. Se dio la vuelta para reírse de la ocurrencia de su “amiga”, pero cuando sus ojos verdes chocaron con los míos, su cara cambió a una de resignación, dándome a entender lo que yo había supuesto: que ellas no le caían bien, pero no le quedaba otra. Con un encogimiento de hombros volvió su cabeza de nuevo para prestarle su total atención al director.
 
“Parece que el grupito de las súper-mega-guais no está tan unido”, me susurró Jess, que también había escuchado el comentario de la que posiblemente fuese la más sueltita de todo el campamento, y observado la mirada de resignación de la otra chica. Giré mi cabeza hacia ella y nuestras miradas se encontraron. Después de unos segundos, las dos sentenciamos: “Tenemos que sacarla de ahí”, y con una sonrisa devolvimos la atención al bungaló que teníamos enfrente, donde el director había comenzado a hablar sobre nuestra primera actividad.
 
"Por si no lo sabíais, al otro extremo de la playa hay otro campamento y, aunque no todas, muchas de nuestras actividades están programadas para realizarlas simultáneamente." Hizo una pausa antes de añadir: “Para el que ande corto de luces, simultáneamente significa a la vez, es decir, las haremos juntos”
 
"¡Más tías!", exclamó alguien entonces, causando las risas de todos, incluso del director.
 
"Claro que sí," concordó él con una sonrisa, "pero no os olvidéis de que además de la diversión debéis ser responsables." Entonces yo no pude contenerme y solté una carcajada. Tapé mi boca con las manos, pero fue demasiado tarde; todos me miraban. Jess se reía agarrándose la barriga.
 
"Bueno, veo que ya tenemos la primera pareja de alborotadores en el campamento"
 
Mis mejillas se tornaron rosadas por la vergüenza, añadido al hecho de que estaba escuchando a varios chicos gritar “Si, tío, está buena.” “Diversión asegurada, chico” y a Jess ayudándoles con “Está libre. Es decir, está conmigo, ¡pero yo os la vendo a buen precio!” Al mirar al director, Zayn entró en mi campo de visión, por lo que pude observar que de pronto se había puesto en tensión y miraba a un punto por delante mío, donde suponía que estaría el chico al que el director se había referido como mi nueva pareja.
 
"¡Ni se te ocurra acercarte a ella!", le avisó mi hermano, señalándole. El director se dio la vuelta, sorprendido, con ambas cejas alzadas y las manos entrelazadas detrás de la espalda. “Es mi hermana…”, explicó Zayn ante su mirada inquisitiva, sonrojándose, y yo no pude hacer otra cosa más que volver a reírme, pues las ocasiones en las que había visto a Zayn sonrojarse hasta querer que se lo tragase la tierra eran tan pocas que las podría contar con los dedos de la mano derecha.
 
Qué raro, la maldita puerta no abría. Por más intentos que hice, no conseguí que las clavijas finalmente girasen y yo estaba desesperada y mojándome por momentos. Lo peor era que la tormenta no parecía que fuese a arreciar, pues todo el cielo estaba cubierto de inmensos nubarrones negros y se veían caer los rayos a lo lejos. Suspiré, resignada, y justo entonces se me ocurrió una manera de entrar en casa. Salté como pude la verja, aunque en el intento caí sobre un charco y cuando me levanté la parte derecha de mi camiseta, así como mi brazo, estaban manchadas de barro. Genial. Corrí hacia la parte trasera de la casa y alcé la vista hasta que encontré la ventana de la habitación de Zayn, que estaba justo encima del final de la enredadera que escalaba la pared y, por suerte, estaba entreabierta. Paso a paso fui subiendo, pero a la mitad del recorrido una ráfaga de viento hizo que por poco me cayese, pero  pude recobrar el equilibrio perdido y volví a tener todas mis extremidades bien sujetas. Al llegar a la ventana, abrí la ventana completamente y entré, dejándome caer al suelo desde el alfeizar. Cuando me di la vuelta, dispuesta a levantarme y salir a cambiarme la ropa mojada, mis ojos captaron la imagen más vergonzosa que podía haber visto jamás: Zayn desnudo, sentado en una silla enfrente de su ordenador con la cabeza girada en mi dirección y sus manos tapando a duras penas su miembro. Nuestros ojos se encontraron un segundo antes de que yo me levantase, tropezando con su cama, y saliese rápidamente de su habitación, aún escuchando los gemidos provenientes del ordenador. Una vez fuera, mi primera reacción fue echarme a reír por la situación tan rara e incómoda que se acababa de producir.
Al día siguiente Zayn no me dirigió ni una mísera mirada, mucho menos alguna palabra. Me evitó durante al menos una semana, hasta que por fin se decidió a suplicarme que no hablase de esto con nadie y yo le tranquilicé, prometiéndole que lo ocurrido estaba en una tumba a varios metros bajo el suelo –no literalmente, claro.
 
Noté como después de decirlo miraba en mi dirección. No, no en mi dirección, si no en la de Jess, que esbozó una sonrisa cómplice, borrada de su cara cuando se dio cuenta de que yo la estaba observando. A veces me irritaba de sobremanera la forma en la que parecían comunicarse solo con una mirada o un gesto, y no porque el simple hecho de que esto ocurriese, sino porque parecía que lo que se comunicaban tenía que ver conmigo.
 
No sé cómo, pero de un momento a otro se había formado un caos a nuestro alrededor. Un brazo me agarró de la cintura y me subió a su hombro descubierto. Pude descubrir que era un chico por su musculosa espalda. Además, solo llevaba puesto un bañador negro que le llegaba por encima de la rodilla. Mis gritos se hicieron presentes mientras pegaba puñetazos en la espalda del chico, aunque de poco sirvieron: me estaba haciendo más daño yo del que le estaba haciendo a él. Además, cada vez que le daba un golpe, su risa aumentaba. Levanté la cabeza para ver a Jess corriendo detrás de nosotros, casi a nuestra altura, soltando improperios y gesticulando mucho. Casi tan repentinamente como me habían cogido, unas manos grandes y fuertes me bajaron.
 
“¿Yo qué te dije?”, reconocí a mi hermano bajo aquel tono amenazante. El otro chico, lejos de parecer asustado, se revolvió el pelo, dejando algunos mechones rubios caer por su cara. Aquel gesto aparentemente despreocupado me pareció de lo más sexy que se pudiese haber, y estaba claro que él sabía lo que provocaba en las chicas. Una sonrisa divertida se dibujó en su rostro cuando me pilló mirándole, aunque yo no estuviese haciendo ningún esfuerzo por parecer menos descarada. Entonces sus ojos azules miraron por encima de mi cabeza, hacia donde se encontraba mi hermano.
 
“Pensé que lo decías en coña…”, contestó entonces, encogiéndose de hombros.
 
“No lo hacía.”
 
“Venga ya, por mucho que sea tu hermana, ¿no quieres que se divierta?” Me lanzó una mirada de soslayo mientras lo decía.
 
“No contigo… y no de la manera que tú quieres”, sentenció, tajante.
 
Espera, ¿qué? ¿Por qué estaba hablando mi hermano de eso en ese momento con ese chico como si yo no estuviese allí? Y, ¿por qué estaba insinuando aquél desconocido que se quería divertir conmigo de aquella manera?
 
“Tiempo muerto, chicos, tiempo muerto.” les corté, “Tú,” dije señalando a Zayn, “No vas a decirme cómo, cuándo o con quién me divierto. Y tú,” dije señalando al rubio, “no tiene sentido que insinúes que nos vamos a divertir si mes has visto dos minutos. Así que, c’est finit.”
 
“Me deberías tratar con más respeto, Brooke. Al fin y al cabo, soy tu monitor este verano.”
 
“Entonces trátame tú a mí como una campista”, dije cruzándome de brazos.
 
Zayn se acercó a mí, quedando a con su frente pegada a la mía y una expresión furiosa en su rostro. “No la cagues, Broo”, me avisó. Rodé los ojos y me separé de él.
 
“Creo que voy a tener serios problemas para distinguir al monitor y al hermano.” Él rió y se fue, dejándonos a Jess, que había estado sorprendentemente callada durante todo este rato –tanto que ni quiera había reparado en su presencia-, al desconocido y a mí. Entonces mi amiga se volvió hacia el rubio y le dijo:
 
“Me da la impresión de que nos vas a causar dolores de cabeza este verano.”
 
“Puede”, aceptó él, con una sonrisa en la boca.
 
“Rubio, contrólate o no sales vivo de aquí”, dije uniéndome a su conversación y comenzábamos a caminar hacia la playa, el lugar a donde todos se dirigían ahora, volviendo a caminar sobre las tablas de madera.
 
“¿Rubio?”, preguntó él. Estaba claro que yo le hacía gracia, pues lo único que hacía cuando yo hablaba era reír o mofarse.
 
“Rubio”, concedí yo con una sonrisa traviesa.
 
“Brooke, no, por favor”, suplicó Jess con las manos juntas, como si estuviera rezando. Yo sólo solté una carcajada y continué caminando.
 
Vi de reojo al desconocido mirarnos a ambas con gestos de confusión. “¿Qué me he perdido?”
 
Como respuesta sonreí a Jess y eché a correr. Saludé a Louis cuando pasé junto al chiringuito, haciendo caso omiso de los gritos de protesta de Luke por dejarle con la duda y de Jess por tener que perseguirnos a ambos.
 
Al final de la playa se reunían ambos campamentos, esperando para conocer cuál sería nuestra primera actividad, pues con el alboroto que se había armado, el director había decidido dejar en manos de los monitores el control. Según me fui acercando, observé cómo todos estaban sentados en varios círculos concéntricos alrededor de una hoguera. Sonreí ante la idea de que nuestra actividad pudiese ser pasarnos la noche contando historias y calentando nubes de azúcar alrededor de la hoguera, mientras alguien tocaba la guitarra. Era algo que había deseado hacer desde que era pequeña. Antes de sentarme esperé por Jess y por el rubio, pero este, en vez de pararse junto a mí, agarró mi antebrazo con delicadeza. Se sentó después de dar una vuelta mientras buscaba a sus amigos y nos presentó a Michael. Era el chico más gracioso que hubiese conocido.
 
“Que os calléis, ¡ya!”, nos ordenó Harry. “Como os decía, la actividad de hoy consiste en presentarnos.” Después de mirarnos a todos, preguntó: “¿Quién empieza?”
 
Michael se levantó, se subió al tronco en el que estábamos sentados y gritó “¡YO!” Harry se rió por su entusiasmo e hizo un gesto con la mano derecha para animarlo a continuar. “Hola”, dijo sonriente y mirándonos a todos antes de bajarse de tronco y decir “Pues ya me conocéis”, mientras se sentaba.
 
“¡Y es emo!”, añadió el rubio, haciendo aspavientos con las manos y dándole un abrazo de oso, mientras Michael intentaba deshacerse de él. “No soy emo”, refunfuñó por lo bajo, haciéndonos creer que estaba enfadado.
 
Cuando los ánimos se calmaron, una chica pelirroja se levantó de su sitio. Me costó reconocerla, pero al final me di cuenta de que era la chica a la que Jess y yo habíamos decidido rescatar. Y no era pelirroja; al menos no de día. Cuando los rayos del Sol llegaban a ella, parecía totalmente rubia, pero ahora, de noche y con la hoguera encendida, su cabello adquiría tonos rojizos.
 
“Me llamo Alyssa. Nací en Little Heaven…” Antes de que le diese tiempo a continuar, Harry la interrumpió: “¿En Gales?” Ella le miró con una sonrisa tímida en sus labios. “Si”, susurró. “Es muy bonito”, dijo Harry. “Lo es”, concedió ella.
 
Después de eso, nadie habló. Todos mirábamos el intercambio de sonrisas y miradas entre Harry y Alyssa, hasta que la líder del grupo pensó que había demasiada atención puesta en Alyssa y se levantó.
 
“Yo me llamo Virginia.”
 
Alyssa apartó su mirada de la de Harry, sonrojada, y Harry, aunque reticente, posó su mirada sobre Virginia.
 
“No era tu turno”, la regañó él. La cara de Virginia cambió a una inocente y bajó la mirada.
 
“Oh, pensé que Aly ya había acabado.” Incluso su tono de voz se había suavizado. Venga ya, ¿a quién pretendía engañar?
 
“No lo creo”, dijo entonces Niall, que estaba sentado a la izquierda de Jess. Giré mi cabeza y vi como a mi amiga se le formaba una sonrisa en la cara. Era muy posible que el monitor del otro campamento le hubiese robado la frase.
 
“No importa”, dijo Alyssa.
 
Desde ese momento, las chicas del grupo en el que Alyssa se encontraba no hicieron más que murmurar entre ellas, dejándola excluida. No fui la única que se dio cuenta, pues observé como Harry y Zayn hablaban entre ellos y miraban en su dirección desaprobatoriamente. Jess también se dio cuenta, y no es que estuviese muy contenta por ello.
 
“Se nos ha hecho un poco tarde para seguir con las presentaciones,” dijo entonces Liam, levantándose de su sitio al lado de Niall, “pero aún queda tiempo para la sorpresa inicial.”
 
La sonrisa de los monitores se agrandó mientras que nos conducían de vuelta al campamento. En algún momento, los campistas nos quedamos solos, hasta que escuchamos gritos alrededor nuestro. Todos buscábamos con la mirada de donde provenían. Pronto descubrimos que Harry, Zayn, Liam, Niall y los demás monitores llevaban mangueras en sus manos y que nos estaban apuntando a nosotros directamente. Reaccioné y eché a correr, saltando e intentando escapar del agua. Por poco lo consigo, si no llega a ser por la sorpresa que me esperaba a la puerta de mi cabaña.


¡POR FIN! No sabéis lo que me costó acabar este capítulo ni las veces que borré y escribí...
¡Siento mucho haber tardado! Intentaré subir más a menudo asdfghjklñ.

¿QUERÉIS SALIR EN EL FIC?:

DECIDME UN NOMBRE EN INGLÉS, VUESTRA DESCRIPCIÓN O UNA FOTO DE COMO OS GUSTARÍA SER (prefiero la segunda opción) Y CON QUIÉN OS GUSTARÍA ESTAR (SI NO ME LO DECÍS, LO ELEGIRÉ YO, Y SI HAY MUCHAS PETICIONES, LO HARÉ A SORTEO. SALIR SALDRÉIS TODAS LAS QUE QUERÁIS, SEGURO).

Leed también:

Nobody else: http://nbodyelse.blogspot.com.es/
En el límite del cielo: http://enelimitedelcielo.blogspot.com.es/
Always with you: http://alwayswithyouinyourdreams.blogspot.com.es/
Recuérdalo: http://justrememberitt.blogspot.com.es/

:) (me tienen amenazada de muerte para que las recomiende)

¡Os quiero! Gracias por leer :3